A Rui Miguel Prata no le iban bien las cosas, pero el 9 de octubre de 2013 su vida dio un giro a peor. Oficial de acero inoxidable y montaje de estructuras metálicas, por aquel entonces llevaba un año en paro. Le surgió entonces una entrevista laboral, asegura, y no dudó en coger una moto que le habían entregado como pago en especie por un trabajo anterior. «Levaba un ano sen traballar e arrisquei», reconoce, pero la apuesta le trajo graves consecuencias. Cogió la moto, para la que no tenía carné ni tampoco seguro, y se fue a la cita. A la vuelta, alrededor de las 17.30 horas, sufrió un accidente con un coche en la carretera LU-232, en el lugar conocido como recta del Veral. La pierna izquierda le quedó machacada, fue necesario ponerle una prótesis y no sabe qué secuelas le quedarán. Por ahora las muletas le son imprescindibles.
Además de los daños físicos, ha de correr con los gastos del otro coche y de su hospitalización porque el atestado del accidente lo considera culpable. Sin embargo, él no está de acuerdo con todo lo que refleja el informe y pide a testigos del suceso, que los hubo, que acudan al juicio para contar lo que vieron, sea lo que sea. «Non pido que veñan axudarme, só que digan que pasou», afirma, porque él fue evacuado al hospital y no sabe quiénes eran.
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