Un golpe de suerte

Es muy recomendable mantener la cabeza ocupada en las salas de espera de las consultas médicas. Se trata de estar entretenido, de no pensar demasiado en lo que viene después. Para los que somos un poco aprensivos, el consejo tiene todavía más valor. El miedo irracional es bastante democrático. Cada uno lo administra como buenamente puede. Los móviles más modernos ofrecen todo tipo de pasatiempos para matar el rato, pero las revistas siguen siendo un clásico. Las antecámaras de los doctores suelen estar provistas de un poco de todo. Podemos encontrar desde prensa rosa hasta semanarios informativos. Incluso publicaciones que ya pueden considerarse ‘vintage’. Algunas de esas estancias son como un pequeño kiosco de números atrasados. Si la cosa se demora, lo mismo nos enteramos de los pormenores de la separación de Paquirrín que nos informamos sobre cómo funciona el servicio de restauradores del Museo del Prado. Bufé libre para una miscelánea de lectores aburridos.

En una de esas salas, cayó estos días en mis manos un reportaje sobre la Oktoberfest, que se celebra entre septiembre y octubre en la ciudad bávara de Múnich. Con más de dos siglos de vida, se ha convertido en la fiesta popular más grande de Alemania y recibe cada año a millones de visitantes. Es una juerga monumental, en la que son propios los excesos gastronómicos y se empina el codo sin complejos.

A fin de cuentas, el jaleo comienza cuando el alcalde abre a golpe de maza el primer barril de cerveza. Aunque puede salirnos un poco cara, para el periodista que firmaba la crónica es una excursión muy aconsejable. Una vez allí, por veinticinco euros puedes pimplarte dos cañas de tamaño industrial y medio pollo asado. O por lo menos podías. Es probable que la lista de precios haya sido actualizada. La revista y el artículo eran del año 2011.

Esta semana también hablaron de viajes a Alemania nuestra ministra de Empleo y su homóloga germana, la señora Ursula von der Leyen. El planteamiento de ambas era un poco distinto. Más bien al revés. Casi en la línea de Españoles en el Mundo. Vida en otro país y vacaciones de verano con la familia. Ambas esbozaron un acuerdo bilateral para favorecer el acceso de jóvenes cualificados a un puesto trabajo en tierras teutonas.

Decía Fátima Báñez que es una oportunidad para muchos profesionales que «hoy no la tienen en nuestro país». Doña Ursula recordaba que en Alemania falta personal preparado, de ése que sale cada año de las universidades españolas y se encuentra con un desierto laboral. Afirmaba que hay un millón de puestos de trabajo vacantes que están esperando «desesperadamente» a que alguien los ocupe.

La ministra federal de Trabajo y Asuntos Sociales reconocía a principios de año que el aumento de la inmigración juvenil desde el sur de Europa ha sido para Alemania «un golpe de suerte». Algo así como si les hubiese tocado la lotería. Ahora queda preguntarse quién se lleva el premio gordo y quién, después de haber comprado el décimo, tiene que conformarse con la pedrea. Un país es cada vez más rico y el otro más pobre.

El Museo de San Roque sigue cerrado un año después del acuerdo para repararlo

Lo que está sucediendo con el museo de San Roque es vergonzoso. Hace más de un año que la Xunta y el Ayuntamiento llegaron a un acuerdo para reparar los desperfectos que motivaron el cierre. Si ese retraso es por desidia, los responsables deberían sonrojarse. Si es por otro motivo, que lo expliquen y lo arreglen. En la foto, el BNG denunció esa situación.

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