Un genio precoz del bel canto

Julia Martínez. (Foto: J. Vázquez)
photo_camera Julia Martínez. (Foto: J. Vázquez)

La música ha formado parte de la vida de Julia Martínez desde su infancia y está claro que su futuro va ligado a ella. En otoño comenzará sus estudios de canto en la Guildhall School de Londres, después de haber cursado hasta cuarto en el Conservatorio Profesional de Lugo con la profesora Diana Somkhieva.

De muy niña el piano ejercía una fuerte atracción sobre ella, y con seis años su madre le propuso comenzar estudios musicales. Aceptó, y comenzó con este instrumento, pero con el tiempo descubrió que su caja torácica y su garganta también le ofrecían grandes posibilidades, así que decidió dar un giro en su formación. «Empecé con piano porque ya lo tocaba mi padre; se suele empezar por ahí, pero hay mucha gente que se dedica a ese instrumento y en el canto me sentía más cómoda, con más facilidad para aprender», dice con una serenidad y una voz que contradicen los 15 años que tiene.

Su inicio en el canto fue precoz. Normalmente no se empieza en esta modalidad hasta los 14 porque la voz no está formada, pero la admitieron con 12 «porque ya no tenía una voz infantil, ya no era una voz blanca». Tras varios años con la profesora Somkhieva en el conservatorio lucense, le plantearon que la vía profesional pasaba por formarse fuera. «Empezaron a decirme que tendría más salidas en el extranjero y me hablaron de Londres, porque en Inglaterra es diferente, está más arraigado», comenta. A Julia le parece ilustrativo, por ejemplo, que los conservatorios ingleses concentren las clases los sábados, entre las 09.00 y las 17.00 horas, en lugar de repartirlo por toda la semana, un sistema «bastante más favorable», aclara.

De todos los centros educativos que le propusieron, el que más le interesó fue la Guidhall School porque «trabajan mucho la música y el drama, la escenificación, que es lo que a mí me interesa porque quiero dedicarme a la ópera». Esta escuela de música y artes escénicas hace audiciones anuales para seleccionar a sus alumnos en Londres, Nueva York, Los Ángeles y China y el nivel es muy alto.

Julia se preparó varios meses antes para obtener una de las 250 plazas. La ayudaron a seleccionar el repertorio Diana Somkhieva, la soprano Carmen Durán y el compositor Juan Durán. Escogió ‘Caro mio ben’ y `Di tanti palpiti’ y le puso todo el empeño, quizás por eso cuando llegó el momento del examen, ante el director de la escuela y una profesora, «no estaba nada nerviosa. Es cierto que cuando lo llevas tan trabajado te sale de forma natural».

En la audición, interpretó las dos obras de canto y una de piano y luego le hicieron pruebas de escucha para ver sus conocimientos teóricos. El veredicto no se hizo esperar demasiado, esa misma tarde llamaron a su madre para comunicarle que había ganado una de las plazas de la escuela. Ahora tendrán que hacerle una prueba de nivel para situarla en el curso que le corresponde.

Julia iniciará sus estudios de bachillerato en el instituto español Cañada Blanch y tendrá que compaginarlo con el conservatorio, pero está acostumbrada a esforzarse para llevarlo todo al día y no será un problema. «Tengo muchas ganas de empezar», asegura sin una sombra de duda o temor. «Por la educación que he recibido soy muy autónoma, he hecho intercambios en Irlanda y Francia e irme no me causa problemas», aclara.

Julia tiene claro que quiere acabar la carrera de música y le gustaría también estudiar Traducción e Interpretación. Le encantan los idiomas y ya ha comenzado a estudiarlos aplicados al canto. Se inició con italiano y alemán y este año introdujo el latín. Se trata, sobre todo, de aprender a leerlos y cantarlos, porque la pronunciación es distinta a la del habla.

Julia es muy consciente de la fragilidad de su don: «A la voz le afecta todo, las emociones, los catarros», dice, y parece saber muy bien cómo cuidarla .

Le encanta el rock de los 80 y anterior, como Janis Joplin, que también ha conocido gracias a la vasta discoteca de su padre. «Tienen mucha cultura musical», dice de su familia y, sin duda, eso le ha influido. Prefiere escuchar piano que ópera, aunque busca cada aria de la que le hablan, y le apasiona descubrir su oficio. Su último hallazgo ha sido la coloratura: «Es la sucesión muy rápida de notas. Parecía complicado, pero me di cuenta de que es práctica», reconoce con naturalidad.

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