Trajes que se lucen en Angola

HACE UNAS SEMANAS, una comitiva rodeada de importantes medidas de seguridad entraba en la sastrería que Juan Carlos Veiga regenta en el hall del Gran Hotel de Lugo. Protegía nada más y nada menos que al gobernador de la región suroriental angoleña de Kuando Kubango, Eusebio de Brito Teixeira, que, de visita comercial a Lugo, aprovechó para hacerse unos trajes.

Es sólo una de las personalidades a las que vistió ya este joven sastre —tiene 34 años pero lleva unos 15 años en la profesión— desde que se instaló en Lugo, y aunque dice que no le gusta alardear, a lo largo de la conversación va soltando nombres, como el del ministro de Fomento, José Blanco; el del empresario y ex diputado Manuel Pizarro y otros de directores regionales de bancos y cajas y de empresarios de dentro y de fuera del ámbito gallego.

Por sus manos, como a él le gusta decir, pasaron también trajes del banquero Emilio Botín; del finado Juan Antonio Samaranch; de políticos como Jordi Pujol y Josep Antoni Durán i Lleida, y hasta del rey Juan Carlos. "He tenido la oportunidad de tener sus americanas en mis manos", explica. Fue en su etapa en la sastrería barcelonesa Santa Eulalia, una de las más reputadas del país, que le fichó cuando llevaba once años como sastre de El Corte Inglés en Madrid y Santiago.

Fue precisamente durante su etapa en el establecimiento de Paseo de Gracia cuando comenzó a trabajar en el hall del Gran Hotel. De eso hace algo más de dos años. ¿Cómo llegó a Lugo? Aunque Veiga nació en Barcelona, sus padres son de Sobrado dos Monxes (A Coruña), por lo que siempre tuvo un gran contacto con Galicia, una tierra que dice encantarle a pesar de que la mayor parte de su vida la pasó en grandes ciudades, explica. Desde el Gran Hotel de Lugo le propusieron abrir tienda y le gustó la idea, aunque durante un año estuvo compaginando los dos trabajos. Viajaba a Lugo el viernes por la noche, abría la tienda el sábado y el lunes, y el martes por la mañana regresaba a Barcelona. "Me costó mucho tomar la decisión, pero estoy muy contento y muy agradecido a la gente de Lugo, de Galicia y de otros muchos lugares que está confiando en mí. Al estar en un hotel, por aquí pasan muchas personalidades, aunque todos son clientes, la gente conocida y la que no lo es, eso lo tengo muy claro", afirma.

Somos Sastres
La elevada demanda que tenía le llevó a dar el paso hace poco más de un año y no se arrepiente, aunque sigue viajando dos veces al mes a Madrid, donde está la segunda mitad del proyecto Somos Sastres, Joaquín Fernández. Veiga corta y prueba en Lugo —"desmonto y encajo el traje en cada cliente"— y Fernández lo cose en Madrid, donde cuentan con un taller en el que trabajan otras tres personas que se ocupan de hacer hojales, hilvanar, planchar... "¿Por qué en Madrid? Hemos visto que los oficiales buenos están en las grandes ciudades", explica.

La confección "artesanal", precisa, de un traje necesita de unas 50 horas. El cliente tarda alrededor de un mes en recogerlo desde el momento del encargo y sólo necesita tres visitas a la tienda: la primera, para elegir y medir; una segunda de prueba, y la tercera, para recoger un traje "a su medida" y que nada tiene que ver, dice, con uno de confección industrial. "No la critico, ojo, pero éste es un mundo distinto", afirma.

  • Unas cien camisas a medida al mes. El catalán Juan Carlos Veiga, que tomó la profesión de su abuela y su madre y se formó en la Asociación de Sastres de España, también elabora en su empresa otros artículos entre los que se incluyen camisas, pantalones, chaquetas de punto y trajes de señora. Cose entre unos 15 y 20 trajes al mes , así como unas cien camisas, asegura sorprendido. Aunque también las tiene de confección, porque como aclara "en un hotel hay clientes que no pueden esperar", sin embargo añade que vende más las que son hechas a medida.
  • Desde 950 euros. Aunque la sastrería suele asociarse a algo exclusivo, nadie debe dejar de entrar en la tienda de Juan Carlos Veiga por temor al precio, dice. Él hace trajes desde 950 euros, por debajo de un traje de firma de confección industrial, asegura; camisas desde 90 y pantalones desde 200.
  • Hombres presumidos. La sastrería cada vez tiene más demanda, asegura, porque quedan muy pocos sastres y los hombres cada vez son más presumidos. "Buscamos cosas diferentes, exclusivas... y ya no se asocia a personas que, por su cuerpo, tienen dificultad para encontrar un traje de confección", explica Veiga, que hace años que no viste traje de confección y reconoce uno de sastre al instante.
  • Hilo de diamante. Veiga hizo un traje de 5.000 euros a un sevillano que pasó por Lugo. Llevaba hilo de polvo de diamante. También vende complementos exclusivos, como el perfume más caro del mundo, Nº 1 For Men, de Clive Cristhian, la perfumería que servía a la Reina Victoria de Inglaterra. Es la única tienda de Galicia que lo tiene, asegura.

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