Tarzán con polar y botas de Gore Tex

En Lugo tenemos un problema. Uno de esos gordos, muy gordo, y con muy difícil solución a medio plazo. Cada vez somos menos y más viejos. Además, ese proceso de desertización humana es más evidente en los municipios rurales, porque la falta de oportunidades y servicios han provocado un éxodo silencioso hacia los núcleos urbanos.

En poco más de medio siglo, Lugo ha perdido un tercio de su población. Sólo en 2010, han desaparecido del censo 3.000 habitantes.

Algunos municipios, como Sober, figuran entre los más envejecidos de España y, actualmente, hay una persona cotizando a la Seguridad Social por cada jubilado. Esa regresión demográfica provoca, además, otros síntomas perniciosos.

Puede que no exista una relación directa, pero la reciente incursión de un corzo en pleno centro de la ciudad de Lugo, aunque sea anecdótica, invita a una reflexión. Hace poco más de dos décadas, los núcleos de población estaban rodeados de tierras de cultivo, que servían para alimentar a las personas, al ganado y, de rebote, a la fauna salvaje. Sin embargo, la despoblación rural y el abandono de la actividad agraria han modificado el paisaje.

Lugo pierde cada año un porcentaje nada despreciable de la superficie agraria que antes alimentaba a los habitantes de las aldeas y era la despensa de los núcleos urbanos. Basta con circular por cualquiera de las carreteras de la provincia y echar un vistazo por la ventanilla para comprobar que lo que antes eran praderías y campos de cultivo, en muchos casos se han transformado en monte raso o plantaciones forestales sin ningún tipo de criterio. Hasta los caminos de uso vecinal, antes transitados a diario, han desaparecido bajo un manto de maleza.

No se trata de un problema menor. Las explotaciones agropecuarias, además de generar puestos de trabajo, cumplen una función social, porque extraen la productividad de la tierra y, al mismo tiempo, mantienen limpias y cuidadas las fincas. Así, de forma natural, ponen coto a los incendios forestales y actúan como frontera entre las zonas de monte, puro y duro, y los núcleos urbanos.

Si no logramos encontrar la fórmula para detener el progresivo abandono de la actividad agropecuaria, que tiene que pasar necesariamente por igualar servicios entre las zonas rurales y urbanas, Lugo será el territorio con más reservas de la biosfera del mundo, pero corre el riesgo de convertirse en una gran reserva de caza en la que los nativos seremos otro componente exótico para los visitantes foráneos.

Puede que aparezca un Tarzán del siglo XXI para gobernar nuestra jungla particular. Eso sí, no se paseará por ahí en porretas y con taparrabo. Seguro que se compra unas modernas botas de montaña, de Gore Tex, y una cazadora polar, impermeable y transpirable, porque en Lugo ‘fai moito frío’ y la humedad es muy mala para los huesos.

Los bomberos tuvieron que sofocar cinco incendios provocados en O Carqueixo este año

Los bomberos de Lugo tuvieron que desplazarse cinco veces en lo que llevamos de año al poblado de O Carqueixo para apagar pequeños incendios provocados, dos de ellos hace sólo unos días. Se acerca el verano y, con la subida de temperaturas, el peligro de que el fuego se propague se multiplica. Cualquier día vamos a tener un disgusto.

Comentarios