¿Somos cotillas o somos carroña?

Concentración de periodistas ante los líideres sindicales (Foto: Juanjo Martín)
photo_camera Concentración de periodistas ante los líideres sindicales (Foto: Juanjo Martín)

voy a meter el dedo en la llaga. Pero hoy, como es el Día Mundial de la Libertad de Prensa, permítanme que hable de nosotros mismos, de los que escribimos en este periódico o en otros, de los que les cuentan las noticias en la radio o en televisión. De quienes ejercemos el periodismo, en suma.

Somos conscientes de que nuestro trabajo sale a la luz y corre el riesgo de ser juzgado por todo el mundo y, por lo tanto, de ser objeto de críticas o parabienes. Es decir, son gajes del oficio.

Lo que ya no es tan normal -y pasa más de lo que debiera- es que te presentes en cualquier parte con la libreta, el micro o la cámara en la mano y te griten, desde la otra esquina, que tú, como eres periodista, eres un carroñero. «Como los que hacen los programas de cotilleos», te espeta.

No era la primera vez. Pasó en el mercadillo de Frigsa y volverá a pasar en cualquier otro sitio. Quien decía eso a voces, tratando de entorpecer nuestro trabajo, se describía a sí mismo como un perfecto maleducado y como otro, no menos perfecto, ignorante.

Sí, hay muchas clases de periodismo. Y también hay gente no periodista que sale por la televisión y, por el mero hecho de salir, ya la gente cree que tiene oficio (cuando lo que se cotiza es la verborrea y el barullo). Hay, además, medios con umbrales más altos y más bajos de ética. Pero eso, si no me equivoco, sucede en todas las profesiones, con una diferencia: su trabajo no sale a la luz.

No siempre, o más bien, pocas veces, nos llaman carroñeros y varias veces nos felicitan por nuestro trabajo. Aunque alguno no se lo crea, la prensa es la voz de la sociedad en un sistema democrático. Esa voz que, de no existir, podría ser callada por el poder. Estamos ahí para ganarnos un sueldo y también para garantizar un derecho, suyo y nuestro, el de informar. Pero, eso sí, con dignidad, libertad y, sobre todo, respeto.

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