Sexo, mentiras y una cámara en el armario

Javier Reguera, cuando fue detenido en la operación Pokemon. Foto: XESÚS PONTE
photo_camera Javier Reguera, cuando fue detenido en la operación Pokemon. Foto: XESÚS PONTE

Cuando la jueza Pilar de Lara, que a esas alturas de la película ya había oído de todo, escucha lo que le está diciendo el imputado no puede evitar una exclamación de sorpresa: «¡Madre mía! ¿A eso llegan?». Ni siquiera cuando le dan la explicación completa puede acabar de digerirla, e insiste: «¿Y él se lo propuso completamente en serio?». «Sí, yo creo que sí», confirma el interrogado, «fui yo el que me eché para atrás».

La sorpresa de la magistrada que instruye la operación Pokemon estaba más que justificada, porque acaba de escuchar a José Luis Álvarez, testigo clave en este caso y socio de la empresa de la grúa, contar la rocambolesca proposición que le había hecho en una ocasión Javier Reguera, también socio de Cechalva, encargado de la Ora y contacto principal de Francisco Fernández Liñares: engañar a un sindicalista para montarle una trampa con prostitutas y grabarlo para chantajearlo.

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