Santa politización

Nunca podría imaginar, en aquellos años de mi niñez cuando desfilaba como cofrade del Cristo del Perdón mientras que Luis Osés, Manolo Reboredo o Pillado, como hermanos mayores ponían orden y mandaban silencio en las filas en tanto que don José Ferro, desde el balcón de “Juan José” entonaba cantos religiosos y pedía, entre los rezos de las estaciones del Vía Crucis, el avance de la cofradía, que todo ello llegaría a ser, andando el tiempo, una disculpa para hacer política, para manifestarse contra una ley sobre el aborto que pretende aprobar el Gobierno.

La iglesia, está claro, no admite bromas y mientras el franquismo le permitió hacer lo que le vino en gana, no hubo problema, al igual que durante los años de mandato del PP al frente del gobierno español, con una ley del aborto ya aprobada en el Parlamento y en plena vigencia pero contra la que no hubo ninguna manifestación y se dio la callada por respuesta.

Pero ahora es diferente y el Opus, que ahora llega también con el nuevo gobierno de la Xunta, retoma las fórmulas más cavernícolas y reaccionarias para montar su guerra santa contra el rojerío, que le sigue otorgando a pesar de todo subvenciones millonarias, y convierte la Semana Santa en la semana de la reivindicación antiabortista y anticondonera.

He visto desfiles procesionales en varias ciudades: en Andalucía con algunos porteadores alegres por el amontillado; en Zamora, silenciosos y espectrales pero lo de este año va a ser la bomba: cofrades con lacitos reivindicativos, Vía Crucis marchando a ritmo de consignas, concentraciones y con un poco de suerte, hasta alguna contra manifestación que salga al paso de las cofradías, estarían en su derecho de manifestarse, pidiendo a voces el aborto libre y gratuito.

La Semana Santa se ha politizado y ya no es lo que era. Hasta ahora los lucenses venían colaborando, fuesen creyentes o no, en unos casos porque era algo de Lugo, en otros porque podía servir para atraer turismo y como no, en otros más porque como católicos practicantes participaban plenamente en los actos programados.

Sin embargo las cosas han cambiado y lo que parece probable es que con esta politización disfrazada de santidad, se carguen la Semana Santa lucense y hagan que los desfiles vuelvan a los mínimos históricos de hace unos años.

De momento conozco a unos cuantos cofrades que han tomado la decisión de no acudir al desfile de este año en señal de protesta. Quizá porque saben distinguir a un lince de un bebé gordito y de un niño negro que se muere de hambre en África.

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