San Marcos, entre el amor y el odio

El paseo interior de la Diputación (Foto: Pepe Álvez)
photo_camera El paseo interior de la Diputación (Foto: Pepe Álvez)

Entre halagos y ataques a la par, la plaza de San Marcos estrena imagen al mismo tiempo que gana protagonismo en un casco histórico cada vez más dinámico. Como no podía ser de otra manera, la apertura al público del nuevo espacio despertó todo tipo de opiniones y abrió el debate entre sus partidarios, que destacan la amplitud y la luminosidad de la zona, y sus detractores, desilusionados con el resultado.

Para el lucense Carlos Castiñeira, la estética de la plaza no resulta adecuada para el entorno. «Eu espero que a melloren. Agora teñen a manía de poñer bloques de granito en todas as esquinas, o que reflexa unha carencia total de ideas», comenta.

En la misma línea, otro matrimonio de la ciudad afirmaba al unísono que la decoración actual de la plaza resulta «horrorosa». «Los palos de las farolas parecen la cruz donde clavaron a Cristo y las fuentes son un almacenaje de piedras. En una ciudad romana como Lugo, esta imagen es una vergüenza. No sé si esto es modernismo, pero es horroroso».

Los lucenses que ya estrenaron la zona tras su cambio de imagen critican además la carencia de papeleras en todo el espacio, así como la falta de zonas verdes -aunque al lado está el paseo de la muralla, en los jardines de la Diputación- y de espacios infantiles. Además, muchos auguran que el desagüe central de la plaza será «insuficiente» para soportar el volumen de lluvia que registra la ciudad cada invierno.

Sin embargo, no todo son quejas y para muchos ciudadanos la mejora es incuestionable. «Lugo necesitaba espacios abiertos y la Praza de San Marcos quedó muy bien. Me gustan sus formas puras y limpias», comentaba un joven.

Lo que nadie parece dudar es que el espacio ganó amplitud y luminosidad. En opinión de una vecina de Castroverde que visita con frecuencia la capital, la peatonalización de la zona fue un gran acierto, «ya que ahora hay mucha más vida», afirma.

Comercio

Para los propietarios de negocios, los cambios no acarrearon un aumento significativo de las ventas, «pero no hay duda de que se ganó mucho», señalan.

Tal y como afirma Eduardo Anllo, gerente del restaurante La Barra, «se ve más gente por la zona, sobre todo cuando hace bueno. Las terrazas están teniendo bastante afluencia de público, aunque en esta zona suele hacer bastante aire. Nosotros vamos a poner unas mamparas para que los clientes estén cómodos», dice.

Por su parte, Eliseo Pardo, propietario de Ramil, afirma que la plaza ganó en luminosidad. «Antes teníamos que encender las luces de los escaparates al mediodía y ahora no es necesario. En cualquier caso, habrá que esperar a que estén colocadas las farolas y funcionen las fuentes para sacar conclusiones», concluye.

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