¿Qué pasa con la masa de las orejas?

Orejas de Entroido (Foto: AEP)
photo_camera Orejas de Entroido (Foto: AEP)

ES UN SINVIVIR. Al que no esté metido en el ajo le puede parecer un asunto liviano, pero nada más lejos de la realidad. Las afanadas amas de casa que casi no dan abasto para preparar los demandados cocidos de Entroido andan estos días con la mosca detrás del pabellón auditivo por los problemas que se están encontrando para elaborar uno de los dulces típicos que los acompañan, las orejas.

Cuando se echa encima don Carnal, una de las tribulaciones que están teniendo las reposteras que no viven de ello, pero que bien lo podrían hacer, es que la masa para preparar este postre se encoge. Ya no la dan estirado como antes. No es un problema puntual. En los últimos días he sido testigo de varias entendidas conversaciones sobre este tema.

Esa preocupación que les suele invadir para contentar a todos los comensales se incrementa cuando sufren algún contratiempo. A la madre de una amiga se le rompieron los esquemas cuando recibió la mala nueva de que ya no había en el mercado la harina de una determinada marca, que compraba para hacer las orejas, porque cerró la fábrica. Consecuencia: la primera vez que cambió de producto tuvo que tirar la masa porque se encogía. Ya no le salía como siempre. No la conseguía estirar bien por más empeño que pusiera. La receta manuscrita que heredó de su madre y que espera dejar a una de sus tres hijas estaba en peligro. Pero se rehizo. Dio con otra harina refinada y puso a su marido, cual caperucita roja, a repartir dulces de casa en casa de familiares en vísperas del Entroido.

Ese revés con la masa de las orejas provoca otra consecuencia. A una matriarca de mi familia política le entraron dudas sobre su capacidad repostera -avalada hasta entonces por el éxito de décadas- lo que atribuía a una merma por la edad. Nada más lejos de la verdad. Cambió la harina envasada por la de granel que compró en una panadería y recuperó su tacto para elaborar ese postre.

Y surgen toda esta serie de dudas, derivadas de no atinar con la harina adecuada, sin que haya resuelto la que a mi juicio es la duda principal, cómo deben ser las orejas de Entroido, ¿finas y crujientes o gruesas y blandas?

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