Prudente y razonable

Así ha calificado la jueza que instruye el caso Prestige la decisión de alejar el petrolero de la costa. Casi siete años después, la justicia viene a aportar algo de luz sobre una de las mayores catástrofes ecológicas que ha sufrido este país, pero también uno de los episodios más burdos de manipulación y filibusterismo político que se han vivido en España.

Recuerdo con nitidez aquellos momentos de crispación en los que una parte de la sociedad, esa parte que se cree superior moralmente, trató de intimidar a la otra. La izquierda de este país siempre ha creído que sus valores eran superiores y que por designio del Gran Arquitecto del Universo estaban llamados a gobernar de forma perpetua, por ello cuando el PP gobierna no es otra cosa que un error en la evolución natural de la sociedad.

De ahí que valga todo para recuperar lo que es suyo y desalojar a la derechona (léase dicha expresión con la entonación que procede y con la carga negativa que se le supone), así la revuelta del Prestige no era más que un interdicto para recuperar la propiedad: su propiedad. Y en su juego cayeron muchos ciudadanos de buena fe y mejor intención.

Digo que los recuerdo con nitidez porque no puedo olvidar, ni quiero, el comportamiento de algunos lucenses, de esos que toman las cañas dónde las tomamos los demás, de esos que se pasean por los Cantones al sol mañanero de abril, de esos que escriben en los periódicos como si estuviesen reeditando la Piedra Roseta. 

Los recuerdo recurriendo al insulto y al comportamiento matonil, convertidos en horda enfervorizada a la caza y captura de los legítimos representantes de los ciudadanos. 

Lugo es ciudad de origen romano y, sin duda, alguno de sus habitantes, incluso de los más insignes o al menos de los que se creen tal, se han quedado en dicha época. No me cuesta imaginarlos en un anfiteatro instigando a las fieras para que se coman al cristiano de turno.

Pues nada, hoy es un día tan bueno como cualquier otro para que entonen el mea culpa, para que pidan disculpas por su comportamiento, para que asuman que su superioridad moral es una mamarrachada.

Cierto que la jueza puede no tener razón, pero durante estos años nadie ha sido capaz de aportar una idea mejor sobre qué hacer con el barco, ni los de Nunca Máis ni sus creadores, la intelligentsia bloqueira,  que se han pasado cuatro años desaparecidos en combate,  entregados al dolce far niente del pesebrismo xunteiro. Están preocupados, intuyo, no por el auto del Prestige, sino por el posible fin de la mamandurria y la vuelta al tajo.

Comentarios