Peatonalizar (casi) siempre es bueno

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Hacía tiempo que no regresaba a la Salamanca donde pasé una buena época de mi vida, y la sorpresa fue mayúscula cuando comprobé que no solo era peatonal el casco histórico que yo recordaba, sino también todas las calles comerciales circundantes y adyacentes. Decenas de personas caminaban por las calles porque, por lógica matemática, un coche ocupa más espacio que un humano (y algunos más que diez), lo que hace que las urbes se vuelvan intransitables.

Lugo empezó ese camino hace un par de décadas y aún recuerdo, por ejemplo, las protestas de los hosteleros de Campo Castelo recogiendo firmas para seguir metiendo sus coches hasta la puerta del bar. Pregúntenles ahora y háganlo cualquier tarde de sábado de verano. Los integristas de la peatonalización hasta hablan de quitar el tráfico de la Ronda de la Muralla, pero entiendo que para eso aún no estamos preparados. Desde el Concello se estudio un plan de movilidad, con zonas de baja velocidad y una organización diferente, pero quedó en un cajón. Hay otros problemas de los que preocuparse ahora, dirán.

Defiendo la peatonalización y de ella hay pruebas satisfactorias como la citada de Campo Castelo o la de San Marcos, sin embargo con el barrio de A Ponte tengo algunas dudas. Sobre todo porque no está en el centro y eso supone que quien quiera disfrutar del puente romano debe acudir ex profeso. Sí, está el río, pero ¿hay algo más?

Los negocios se quejan con razón. Tienen miedo a no contar ni siquiera con la gente de paso. El puente va a quedar bien, pero les invito a que se den una vuelta y vean el estado en que se encuentran el resto de edificaciones. Quizá A Ponte debería estar en un plan de rehabilitación como el Sagrado Corazón o Montirón para que el monumento romano no sea una bonita excepción.

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