Pasado y futuro

Una pareja en bici. (Foto: Pepe Álvez)
photo_camera Una pareja en bici. (Foto: Pepe Álvez)

LA IMAGEN me trae recuerdos casi olvidados, escenas de otras épocas en las que era habitual circular en bicicleta por unas carreteras con escaso tráfico automovilístico. También me hace rememorar esos tiempos en los que casi siempre iba más de una persona sobre la bici, ya fuese en el asiento situado sobre la rueda trasera o bien apoyada en la barra de aquellas gigantescas Orbea de hombre, que todos los niños queríamos manejar como si nos otorgasen un certificado de habilidad. Mi padre solía bromear con la capacidad de su bicicleta. Contaba que un día bajamos toda la familia desde San Cibrao a Esteiro, en Xove. Él pedaleaba y mi madre me llevaba a mí en brazos y a mi hermana todavía en el vientre. Y así fuimos los cuatro cuesta abajo desde O Cruceiro.

La pareja de la foto convierte también las dos ruedas en un medio de transporte compartido, algo infrecuente ahora. La nota inusual la da el perrazo que les acompaña al trote. El telón de fondo de la imagen sugiere que circular a pedal por nuestras calles es algo antiguo, casi primitivo, como si volviésemos a los tiempos del hombre recolector, para lo cual no hace falta remontarse en exceso en nuestra rústica economía provincial.

Por desgracia, las estampas ciclistas surgen con cuentagotas en Lugo. Y quienes van sobre dos ruedas suelen circular por las aceras, a falta de carriles específicos, lo cual constituye un problema de seguridad. En este caso corren peligro los peatones; en el supuesto contrario, circular por la vía pública es un problema para el ciclista, que se arriesga a un toque con un coche.

Para incrementar el uso urbano de la bicicleta no bastan las ordenanzas o la declaración de intenciones, sino la adopción de medidas que faciliten la convivencia entre los conductores, los ciclistas y los peatones. Aunque muchos creen que el clima es un obstáculo, conviene recordar que el uso de la bici está generalizado en ciudades europeas con un clima más extremo. Una cuestión distinta son las cuestas de la ciudad, que quitan el resuello, a no ser que te agencies una bicicleta eléctrica.

Y al hablar de las dos ruedas, se echan de menos más tramos de carril bici y un buen servicio público de préstamo, que bien podría funcionar mediante concesión a una empresa, así como un registro para evitar posibles robos. Es el modo de impulsar un medio de transporte bueno, bonito, barato y sano. Aunque nos recuerde el pasado, usar la bicicleta es una fórmula eficaz de respetar el medio ambiente y pedalear hacia el futuro.

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