ERA UN 2 DE diciembre de 1961 cuando un joven sacerdote, Luis Soto Camino, llegaba a la parroquia lucense de Albeiros. Fácilmente distinguible por su sotana y su ágil andar. Acompañado de José Seoane, fue durante 54 años párroco, guía y referente espiritual para miles de personas.
Sacerdote virtuoso y ejemplar. Querido y apreciado en la parroquia y en toda la ciudad. De amplia cultura, universitario salmanticense, maestro (como querían ser llamados los del antiguo magisterio), posee al mismo tiempo una cautivadora sencillez y cercanía.
Como párroco impulsa y construye en aquel barrio, ya de identidad definida, un nuevo templo parroquial.
Su casa y su despacho en la parroquia son hogar y acogida, que tanto regulariza situaciones a marginados, atiende necesidades básicas de los desfavorecidos, como da consuelo y ánimo espiritual a todos. Siempre, como persona de bien, envuelta en discreción y humildad.
Testimonio indiscutible de su esmerado servido, sacerdotal y humano es el afecto a todos sus feligreses y amigos. A él me sumo para seguir sus huellas.
Felicidades don Luis, en este jubileo. Jubileo a sus 91 años, en el que tenemos mucho que agradecer y festejar.