«Parece que no hay paro porque se ocultan cosas»

Victor López, o Dj Tom Vibe, tiene sus raíces bien plantadas en Vilamor (O Saviñao), aunque sólo vivió allí sus primeros cuatro años, a los que siguieron, eso sí, muchos felices días de vacaciones en los que el tiempo se le iba en «andar con los caballos, las ovejas o ir a buscar castañas». A pesar de la distancia, la tierra de sus primeros años le sigue tirando mucho, y eso que tiene su vida montada en Lausanne -donde su familia tiene un restaurante, ‘El Mesón Gallego’-. A Víctor su carácter abierto le ha llevado a terrenos más artísticos: trabaja como director de eventos en el Mica Club, una discoteca de Lausanne, y se suelta a los platos como Dj Tom Vibe, lo que le ha procurado actuaciones en Suiza y en otros lugares de Europa, también en España.

Insiste en que tres décadas en Suiza no le plantean duda alguna sobre su origen. «En el alma, en la mentalidad, siempre fui español, para nada suizo». Y si se le pide que se explique, dice: «Intento vivir lo más posible como en España; salir, encontrarme con la gente; disfrutar de la buena comida...». Los suizos, sin embargo, «son menos sociables, más cuadriculados», asegura.

Víctor conoce bien la sociedad suiza, que le dispensó una fría acogida cuando llegó. «Cuando era pequeño se hablaba de España como un país del tercer mundo, como hablamos hoy de África. Se veía como un país pobre que enviaba muchos emigrantes. A mí me chocaba mucho», recuerda ahora. Y no sólo eso, reconoce que esa imagen le ofendía y le hacía sufrir en el colegio. Sin embargo, los tiempos han cambiado y ahora «hay una mirada diferente y a los españoles nos ven como personas integradas».

Para Víctor, el contrapunto lo pone la nueva emigración que, asegura, «crea más problemas, más inseguridad, tienen muchos conflictos entre ellos». A pesar de que la legislación suiza restringe enormemente la entrada de extranjeros en el país, hay un gran número de «inmigrantes ilegales, y muchos se ganan la vida haciendo cosas ilegales».

En estos tiempos, buscarse un trabajo tampoco es fácil porque, aunque desde el exterior se pueda tener la percepción contraria, «hay mucho paro, pero no se dice porque este país esconde muchas cosas; aquí puede pasar algo en plena calle que no va salir en los periódicos». Según esa máxima, los desempleados desaparecen de las listas del paro cuando agotan la prestación -que puede llegar hasta los 15 o 18 meses- y «pasan a otro sistema, pero no aparecen como demandantes de empleo».

Para salir adelante en el país helvético, es necesario tener «mucha energía y mucha determinación, de lo contrario este país te come. O trabajas o te largas porque la vida es muy cara», dice. Aunque admite que, en contrapartida, «el esfuerzo se recompensa». En Suiza, «el 70% de negocios están en manos de extranjeros», explica para ejemplificar la importancia del inmigrante emprendedor.

Su familia comenzó trabajando por cuenta ajena y pasó luego a montar su propio negocio de hostelería, donde siempre hay tapas, caldo o cocido gallego en la carta. «Aquí se reúnen muchos gallegos, suizos, italianos...», asegura.

Él desmiente la idea idílica de Suiza como un lugar de altos sueldos, buenas prestaciones sociales y retiros dorados. «Esa idea de venir para ahorrar y luego irse, eso se ha acabado. Ahora la jubilación es pequeña, y como no tengas algo ahorrado lo vas a pasar mal», porque las ayudas sociales, añade, no son muchas. Para ejemplificarlo, aporta cifras que en España suenan a pequeñas fortunas y que en Suiza solo dan para ir tirando. «Una cajera en un supermercado puede ganar unos 2.500 euros, pero eso no le llega casi para vivir. El seguro va a ser más de 500 euros y la casa, entre 1.000 y 1.500 euros al mes».

Víctor sigue viniendo a España cuatro o cinco veces al año, bien para visitar a la familia o por compromisos laborales. Le gusta disfrutar de «la frescura, la tranquilidad», aunque ve que «O Saviñao está muriendo un poco porque los jóvenes se van».

En sus planes a largo plazo -cinco o diez años-, contempla hacer el camino de regreso y montar su negocio en algún lugar del país que tanto añora.

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Modos de vida

«Se paga de media un salario y medio de impuestos»

Lausanne es «una ciudad preciosa», dice Víctor, que se extiende desde la ladera sur de la meseta suiza hasta el borde del lago Leman. Entre los dos extremos hay 500 metros de diferencia en la altitud, de tal modo que «a lo mejor al lado del lago está lloviendo y arriba está nevando», cuenta Víctor. Algunos habitantes la han escogido como residencia a pesar de trabajar en Ginebra «porque es más tranquila» y es sede de muchas compañías internacionales «porque aquí se pueden negociar los impuestos». En el caso de los trabajadores, lo habitual es pagar «un salario y medio» a Hacienda al año.

La vivienda, por las nubes
La compra de vivienda está cada vez más reservada a unos pocos, porque el precio está por las nubes. En la ciudad, un piso puede estar entre los 700.000 euros y el millón. Para comprar una casa, aunque sea en las afueras, hay que empezar a pensar en un millón y de ahí en adelante. Además, se exige como mínimo una entrada del 25% del precio, lo que supone una cantidad bastante alta, imposible sobre todo para los jóvenes. Según cuenta Víctor, los extranjeros, hasta los años 90, no podían adquirir vivienda aunque tuvieran dinero para ello. Por todo ello, el alquiler es la opción mayoritaria.

Franquicia sanitaria
El sistema sanitario también requiere un importante desembolso del usuario. Los ciudadanos pagan una cuantía y establecen una franquicia, a partir de la cual el seguro se hace cargo de los gastos, pero hasta ese límite paga el paciente.

Educación
Lausanne se encuentra en el cantón francófono de Suiza, y el francés es el idioma oficial. En el colegio, se enseña esta lengua y también el alemán obligatoriamente. Luego se puede escoger inglés -opción mayoritaria- o italiano, según indica Víctor, que siempre se inclinó hacia las lenguas románicas y tuvo una relación tirante con el alemán. «Es una lengua que no me gusta», admite.

Desde Suiza

Población: 7.725.200 hab.

Idiomas: Alemán, francés, italiano, romanche.

Renta per cápita: 42.783 $.

Forma de gobierno: República federal parlamentaria con democracia directa.

Lugo-Lausanne: 1.189 km.

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