Paco Rivera abrió las fiestas rindiendo homenaje a los sanfroilanes de antes

No estaba nervioso -decía antes del pregón- pero sí estaba contento. Porque, para Paco Rivera, el ser pregonero fue, como bien dijo al inicio de su alocución en el balcón de la casa consistorial, el mejor regalo que podían haberle hecho en el día de su santo. Incluso, reconoció que había soñado, durante muchos años, con dar el pregón de estas fiestas.

Media hora de discurso, traducido al lenguaje de signos mediante una intérprete, no consiguió hartar a los lucenses que escucharon, desde la Praza Maior, las historias relacionadas con los distintos sanfroilanes vividos por el pregonero que fue, como él también destacó, «espectador, participante, cronista y organizador».

Rivera quiso rendir homenaje al San Froilán de antes, el que «con una programación diferente y popular», dijo, consiguió convertirse «en la fiesta más importante del otoño gallego», añadió, parafraseando a Álvaro Cunqueiro.

Recordó, por lo tanto, los grandes espectáculos de hace más de medio siglo, las barracas y sus problemas de ubicación, los caballitos movidos a mano por los limpiabotas de la Praza Maior y el Teatro Argentino donde, afirmó, «vi, por vez primera, a mujeres en edad de merecer completamente desnudas» y de cuyas vedettes dijo que iban a tomar el último café o el primer bocadillo a la cafetería Monterrey.

También habló de las orquestas, las bandas y los grupos folclóricos del San Froilán -«Os Montes cobraban 250 pesetas y Os Mariñáns eran menos y cobraban 400», aseguró- así como de los hombres y mujeres que destacaban «por guapos, elegantes y ligones». En este caso, puso como ejemplo a Luisita Gargallo, Teresita la de Gil y a Juanito Morros que, según el pregonero, ya era abogado del Estado en 1926, a los 20 años, «e invitaba a las chicas a champán francés», sin olvidarse del médico Lomas al que, dijo Rivera, «llamaban ‘Lo más chic’».

Confesó que podía dar un pregón de diez horas. «tengo material para eso y para mucho más», dijo, e hizo un hueco también para el San Froilán alternativo, que se desarrollaba en sociedades y locales de espectáculos. Así recordó, El Mercantil y el Galicia, donde «en 1937 había un espectáculo de desnudo integral en el que las cupletistas salían sólo con un mantón que luego dejaban caer al tiempo que cantaban «Los negritos de la Polinesia...» y entonó la canción, que levantó aplausos.

No pasó por alto tampoco alusiones al pulpo, a los Pelúdez «porque representan a los que, sin vivir en Lugo, pasan el San Froilán con los que somos de aquí». Recordó también una anécdota del antiguo redactor jefe de El Progreso Ángel de la Vega sobre Valentín y Pepiño Zocas.

El pregonero obvió, en cambio, sus experiencias como organizador de estas fiestas, cuando hace años era gerente del Patronato de Cultura. Experiencias que, sin embargo, anunció que recogía en más de 300 páginas de un libro pendiente de edición.

Paco Rivera concluyó su intervención -donde felicitó a Conchita Teijeiro que cumplirá mañana 80 años- invitando a los presentes «a querer estas fiestas» y también «a seguir amando esta ciudad que hacemos grande entre todos». Un viva al San Froilán y el chupinazo final, disparado por la edil de cultura, Nuria Mundiña, presentada por un Orozco afónico, inauguraron las fiestas.

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