'O home do tempo'

No está bien mofarse de los errores ajenos. Podemos partirnos la caja a cuenta de los fallos del vecino, pero no pasará mucho tiempo antes de que otros se burlen de nuestros propios desatinos. A fin de cuentas, no existe persona infalible.

Dicho esto, que es lo políticamente correcto, hay que reconocer que los franceses han metido otra vez la pata hasta la rabadilla. En este caso, hasta se agradece. La ola de calor que nos ha cocinado a fuego lento en los últimos días ha venido a cubrir de gloria a los meteorólogos que pronosticaron un año sin verano. En unas semanas, en horas incluso, puede cambiar el tiempo, pero de momento se han lucido. Auguraban unos meses de estío fríos y húmedos, con temperaturas bajas y lluvias constantes. Algo nunca visto desde principios del siglo XIX en Europa. Nada, que lo han clavado.

Los nuestros fueron algo más prudentes. Cuestionaron la fiabilidad de la profecía gala. Como quien no quiere la cosa, sin meterse en demasiados jardines con sus colegas gabachos, vinieron a decir que los pronósticos a tan largo plazo no son especialmente precisos. En cuanto a las predicciones, de hecho, salvaron los muebles. No se mojaron demasiado, ni en sentido real ni en figurado. Cada cosa en su momento. Los vaticinios semana a semana y los pases cortitos y al pie. La excepción la puso ‘O home do tempo’. A principios de junio, Santiago Pemán ya dijo que sí habría verano.

Después de un cuarto de siglo dando el tiempo en la televisión pública gallega, lo que predice Pemán, para muchos, va a misa. Y lo que dijo es que podremos disfrutar del sol hasta principios de octubre y con temperaturas que harán honor a la estación del año en la que estamos. Ni frío, ni humedad ni lluvia a cántaros. Bañador y crema protectora si estamos de vacaciones, mucha paciencia si toca pasar julio y agosto en el tajo. Veremos.

Lo cierto es que estos días ya huele a verano en Lugo. Se nota en el ambiente. Parece que todo se mueve a un ritmo diferente, más pausado. Se percibe, incluso, un cierto cambio de humor en el personal. Para mejor, se entiende. Con la llegada del calor, las orillas del Miño se convierten en un lugar frecuentado. Se llenan las terrazas de la ciudad. Se vive más en la calle, y hasta más tarde. Algunos se marchan, pero otros regresan. También vienen a visitarnos. Se escuchan voces extranjeras en los bares.

Lo triste es que la ciudad no les muestra su mejor cara. La muralla romana, todo un monumento Patrimonio de la Humanidad, está sin iluminación en el adarve desde hace casi dos años. La ventana arqueológica de San Marcos parece un invernadero de lujo. Desde diciembre de 2010, el Museo de San Roque está cerrado a cal y canto. Tampoco hay fecha para abrir al público el yacimiento del tempo de Mitra. Mientras, el cuartel de San Fernando se cae a pedacitos y el Centro da Romanización es ya una leyenda. Más bien un cuento de miedo.

Van pasando meses y años, pero no hay manera. Seguimos igual. Habrá que preguntarle a ‘O home do tempo’ hasta cuándo va a durar esta sequía. A ver si acierta.

El plan de humanización del Hula hace más llevadera la estancia de los pacientes

A nadie le gusta estar en el hospital. Cuando uno está ingresado es porque algo no funciona bien. Cualquier iniciativa que contribuya a hacer la estancia de los pacientes algo más llevadera siempre es bienvenida. El plan de humanización del Hula ha recibido un premio precisamente por eso. Si ayuda a mejorar el estado de ánimo del enfermo ya no es poco.

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