Cada vez son más los lucenses que se animan a abrir su propio negocio después de haber perdido su empleo. La experiencia en el sector otorga a los emprendedores ideas innovadoras para aplicar a su nueva empresa y clientes potenciales a los que ofrecer sus servicios.
Después de dejar un puesto de trabajo, ya sea por voluntad propia o por despido, el qué hacer se vuelve una incógnita. La opción de gastar suela repartiendo currículums es la primera que suele rondar la cabeza, pero también están los que ven su situación como una oportunidad para abrir su propio negocio en el sector que acaba de abandonar.
Laura Rábade dejó de trabajar el año pasado en la clínica de estética donde tenía un puesto desde hacía casi dos años. Lo primero que hizo fue actualizar su currículum y repartirlo entre los centros de la ciudad, pero el resultado no fue fructífero. «Sempre tiven ganas de montar o meu propio negocio, así que pensei en facelo», explica la joven, de tan solo 28 años.