Noches al pie del cañón (y van...)

Rosendo Mercado, ‘Rafalbajo’ y Mariano Montero, a la batería. xesús ponte
photo_camera Rosendo Mercado, ‘Rafalbajo’ y Mariano Montero, a la batería. xesús ponte

«Para cuando se te asome el pelo el gris más te vale que te sientas bien feliz», le escribió Rosendo Mercado a su hijo hoy treintañero cuando no había puesto los pies en el suelo. Hace tiempo que peina canas -en melena, eso sí-, pero sigue juntando a fieles por miles en sus conciertos.

‘Amenaza desastre’, un tema oscuro de su último trabajo, fue el escogido para abrir mecha. La cosa barruntaba fea. ¿Ha pasado ya la tormenta perfecta o está por llegar? Es complicado manejar el paraguas, el cigarro y la litrona/kalimotxo al mismo tiempo, pero Rosendo bien merece un ejercicio de malabarismo.

Hay cuarentones de los tiempos de Leño, incondicionales que blanden al viento del sur una camiseta del Atlético de Madrid, treintañeros que lloran los recuerdos del pelo largo y jovenzuelos que no habían nacido cuando Rosendo ya era el señor Mercado. Y hasta una señora con mechas rubias que nunca se había cruzado con una canción de Rosendo.

La fórmula rosendiana es sencilla. Rock contundente, por veces más bluesero, y lírica a pie de barrio para contar las verdades del barquero. Y «Rafalbajo» -que lo dice así, como dice «s’osquiere»- y Mariano, a la batería.

Y una receta tan sencilla funciona mejor que las deconstrucciones de la Guía Michelin.

Caen clásicos como ‘El asa del cubo’, ‘De qué vas’ o ‘Por meter entre mis cosas la nariz’, con ese «no me conoces» del estribillo que es lo más parecido a un falsete en el registro vocal grave y nicotínico de Mercado.

Los más bravos del lugar hacen esfuerzos por controlar la lagrimita. «Noches a pie del cañón, fuerza de voluntad». Ya desde las primeras líneas de bajo de ‘Flojos de pantalón’ el entusiasmo se extiende de las primeras filas hasta las mísmisimas ‘lecheras’ de la Policía Nacional. También los agentes del orden escuchan a Rosendo Mercado.

Cuidado. «Voy a ser el enemigo, disparando pan de higo; ojo, no te vaya a dar». Quién tiene miedo ahora de la bombagénesis explosiva. Siempre más, dicen a Rosendo los suyos.

El «Leñopasiempre» que sigue a la ejecución de ‘El tren’ es otra de las constantes de los conciertos de Rosendo que no falta en Lugo. Abundan en el foso las camisetas negras con letras rojas.

La mítica tipografía que identifica a la banda madrileña luce también sobre el pecho del cantante de Arrhythmia, el combo lugués que abrió fuego para Rosendo. Los jóvenes músicos lucenses ahora cabecean entre el público, pero mientras estaban sobre el escenario hicieron gala de herencia leñera y rosendiana. Y también tuvieron un recuerdo para los grandes ausentes: «¡¡Gracias a Placebo por permitirnos tocar aquí!!». Pero hay apostilla con chiste para iniciados: «A Placebo y Tú».

Ya mientras toca el maestro, entre la masa, corean como cualquier hijo de vecino el «eres tú mi artista preferido», el «prometo estarte agradecido» que corresponde a la ocasión. Será el tema de antes de los bises.

Pero al de Carabanchel no se le ha mojado la pólvora y todavía tiene mecha: «No pienses que estoy muy triste si no me ves sonreír; es simplemente despiste».

Maneras de vivir.

Y ‘Navegando a muerte’. Y hasta ‘Borrachuzos’. Y dale.

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