No hay copago, hay repago

Una de las protestas contra los recortes (Foto: Xoán Rey)
photo_camera Una de las protestas contra los recortes (Foto: Xoán Rey)

Da la sensación, oyendo hablar a los políticos, de que la sanidad y la educación nos las regalaban hasta hace tres o cuatro días. Y a mí, particularmente, me sorprende cuando oigo pronunciar una y otra vez, insistentemente, la palabra copago. Como si, por primera vez, tuviésemos que costear, de alguna manera y en mayor o menor grado, lo que cuestan los servicios públicos.

No sé si los políticos habrán estado pagando los impuestos que llevo pagado yo desde que comencé mi actividad laboral pero, si son conscientes de ello y cumplieron con su deber en la contribución a las arcas estatales, autonómicas y locales, deberían pararse a pensar algo más antes de lanzarse a pronunciar esa palabra, copago, que nos pretende hacer responsables de los costes de algo de lo que antes, al parecer, no éramos.

En vez de copago, sería más propio hablar de repago o de doble pago. Seguir pagando impuestos -y muchos, cada vez más- y a la vez pagar, quienes puedan hacerlo, servicios como la sanidad es cotizar por partida doble, digan lo que digan los que mandan y dirigen la economía, tanto aquí como en Bruselas.

Uno de los muchos ranking que aparecen por internet ponía ayer a España a la altura de Estonia en lo que a salario mínimo se refiere. Los 700 y pico euros que puede ganar un españolito medio en un puesto de bajo nivel distancian todavía mucho de los 1.800 de un luxemburgués, por poner un ejemplo, aunque nos preciemos de ser muy europeos y de mucho estar en el circuito del euro.

Copago o repago, lo que es cierto es que el ciudadano de a pie es el primero en pagar el pato de una crisis, cuyas medidas para frenarla parece que van más encaminadas a acabar, directamente, con la clase media para reconvertirla, echando mano de un nuevo juego de palabras, en una media clase. Que, por cierto, suena algo a medio pelo, ¿no les parece?

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