Muralla

La muralla se ha convertido en el primer bastión de enfrentamiento entre la Xunta y el Ayuntamiento, o sea, para entendernos, entre PP y PSOE.

A la Xunta de Feijóo parece importarle muy poco la muralla, su estado de conservación, lo que puedan decir y opinar los turistas que vengan a visitarnos en estas vacaciones, o que Lugo ingrese, gracias a estos guiris y los que puedan llegar, unos milloncejos de euros.

Realmente lo que interesa no es la muralla, lo que importa de verdad es llevarle la contraria al oponente político, chinchándolo, negándole hasta la sal o, en este caso, la limpieza del primer monumento de la ciudad.
 
Por eso la respuesta de la Xunta ante la petición del Ayuntamiento  fue de lo más burocrática: se va a elaborar un presupuesto, se contratará y en septiembre u octubre se ejecutará, precisamente cuando los turistas ya se habrán ido creyendo que el culpable de tanta maleza y suciedad es el Ayuntamiento. Jugada maestra, como puede verse la de Feijóo que ni siquiera con la venta de los 19 coches de la era Fraga más los 3 de la de Touriño, lograba completar unos dineros que permitiesen acometer la limpieza del gran muro antes de octubre.

Lo importante es cargarse todo lo realizado por el anterior gobierno por mal hecho: las galescolas, los libros gratuitos, las eólicas o el apoyo a la enseñanza pública porque sólo el PP de Feijóo está en posesión de la razón y si dice que no se limpia la muralla, pues la culpa es del alcalde.

Pero Orozco reaccionó bien y llamó a la movilización ciudadana para limpiar a mano cuanto rastrojo hubiese. Ante el ridículo, a la Xunta no le quedó más remedio que habilitar una partida —algo que debía haber hecho desde el primer momento— para limpiar la muralla.

La batalla, de momento, la ha ganado Orozco pero la lucha continúa. Pero es una lucha entre ellos, con el pueblo y sus intereses al margen. Cosas de políticos, ya digo.

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