''Me golpearon y, una vez en el suelo, me dieron patadas y me insultaron''

Los protagonistas del asalto a Maderas Besteiro -ocurrido el pasado viernes y en el que sustrajeron unos 600 euros y un vehículo- no se limitaron a inmovilizar a los dos trabajadores que se encontraban en la planta, sino que agredieron reiteradamente a uno de ellos, según relató. Le sorprendieron cuando abría la puerta de salida. «Estaban ya allí. Me golpearon fuerte y empezaron a gritar ‘al suelo, al suelo, no levantéis la cabeza’. La encargada de la limpieza empezó a gritar. Una vez en el suelo me volvieron a golpear, me dieron patadas y me insultaron», cuenta el hombre.

Las tres personas que irrumpieron en la sede de la empresa iban vestidas de negro, encapuchadas y hablaban entre sí en castellano, dos con acento del centro peninsular y el tercero con acento argentino o uruguayo, recuerda el trabajador, que dice que sólo pudo fijarse en la ropa de los asaltantes un instante cuando ya estaba en el suelo.

Tanto él como la joven fueron obligados a tumbarse boca abajo, con las manos en la espalda, que les ataron con varias capas de cinta de embalar. Hicieron lo propio con los pies, atando además juntos los de ambos trabajadores. «A ella no la tocaron, gracias a Dios, pero nos insultaron y gritaron. Nos decían sin parar que no levantáramos la cara del suelo y que no nos moviéramos. ¿Quién se va a mover con ese miedo? La chica estaba temblando tanto que me movía las piernas a mí porque estábamos atados por los pies. A mí me taparon la cabeza con el chaleco que llevaba puesto para que no viese nada», cuenta.

Entonces, rebuscaron entre distintos muebles y encontraron en total unos 600 euros, gran parte en paquetes de monedas que se guardaban en los cajones para dar cambio después de una venta. Reunieron material de la ferretería en una carretilla y tomaron una sierra eléctrica de la propia planta para intentar abrir la caja fuerte, que localizaron ellos mismos. «Me preguntaron dónde estaba el dinero, pero yo les dije que no lo sabía», recuerda.

Ramón Besteiro, uno de los propietarios de la firma, explicó ayer que la caja apareció con multitud de marcas de sierra, pero que «con ese material, no habrían tenido la mínima posibilidad de llegar a abrirla, usar esa sierra no hubiera sido suficiente aunque hubieran estado más tiempo, según nos han dicho».

El trabajador explica que, pasadas las once, un coche se paró fuera de la planta. Se trataba del marido de la mujer retenida, que no llegó a entrar en la planta sino que directamente se dirigió a avisar a la Guardia Civil. «Ellos se asustaron. Le preguntaron a la chica qué coche tenía su marido y ella les dijo el modelo. Poco después ya no oíamos nada, cuenta el empleado de Maderas Besteiro.

Fotos

Al rato llegó el vigilante de seguridad de la planta, perteneciente a la empresa Grupo 4S Protección y Custodia, que inicia su turno a las doce de la noche. Al ver algo tan infrecuente como las luces de las oficinas y de la nave encendidas, y siguiendo el protocolo, verificó el perímetro exterior y entró en la planta, donde se encontró a los retenidos. Para certificar que él fue el primero en encontrar a los dos trabajadores inmovilizados, la firma de vigilancia hizo llegar ayer a este diario dos fotografías en las que se ve a los dos empleados tumbados boca abajo y con manos y pies atados.

En una de las imágenes se ve que el hombre presenta una herida en el lado izquierdo de la cabeza y se observa un charco de sangre junto a él.

La empresa de seguridad, para certificar que fue la que avisó a la Policía, remitió fotos de los trabajadores atados

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