Maternidad sin barreras

María y Xavi, en su casa de Lugo. XESÚS PONTE
photo_camera María y Xavi, en su casa de Lugo. XESÚS PONTE

maría fernández es una embarazada como tantas, que espera ilusionada y algo inquieta el nacimiento de su hijo Xabi para dentro de un mes. Ha tenido un embarazo normal, sin sobresaltos, con la única excepción de que lo ha pasado sobre una silla de ruedas y que su tetraplejia le ocasiona pequeños contratiempos que otras mujeres en su misma situación no tienen. «Pero levo un embarazo moi bon, non me podo queixar. Hai outra xente que, polo que sexa, ten que pasalo na cama», dice animosa. Esta actitud resume su filosofía vital: una gran sonrisa, mucho ánimo y asirse con más fuerza a la vida que a la silla de ruedas.

En su historia hay un antes y un después del 20 de diciembre de 2006. Es enfermera, y ese día se dirigía a trabajar al centro de salud de Burela cuando se le fue el coche. Tenía entonces 26 años y pasó los siete meses siguientes en la Unidad de Lesionados Medulares del Juan Canalejo, donde la operaron y le dieron rehabilitación hasta que recuperó fuerzas y mejoró todo lo posible. Después le dieron el alta y volvió a su casa en silla de ruedas. Fue duro, pero no el fin.

«Sempre quixemos ter fillos, e se non fora polo accidente xa os teríamos tido antes, pero despois diso queríamos estabilizar todo un pouco», cuenta. Así que después de adaptar la casa a sus nuevas necesidades, viajar todo lo que han podido -ella y su marido, Xavi, han pisado ya Italia, Francia, Alemania o Nueva York plegando y desplegando la silla donde haga falta-, y haberse apuntado a todo cuanto la motivaba -fotografía, natación,idiomas-, les ha parecido que es el momento de seguir con sus planes. Ya han comprobado que la silla de ruedas condiciona, pero no imposibilita.

Debido al dolor de espalda que sufre con frecuencia y a los espasmos que la asaltan de vez en cuando, María necesitaba tomar medicación que tuvo que abandonar antes de quedarse encinta. Eso ha supuesto más molestias, pero lo asume sin quejarse como parte del proceso. Y en esta última parte del embarazo, debido al volumen que ha adquirido su barriga, ha perdido autonomía porque pasar de la silla a otro lugar se ha complicado. «Agora peso máis e necesito axuda», reconoce. Pero de eso no le falta, Xavi está ahí para lo que necesite. Entre ellos existe una complicidad que quizás no era la misma antes del accidente.

También se cansa más y pasa más tiempo tumbada, porque respirar le es un poco más complicado. Al tener la lesión medular bastante elevada, los músculos abdominales y lumbares están afectados y sólo cuenta con el diafragma para inspirar y expirar, y la barriga ahora lo constriñe algo más.

Salvo estas particularidades, la gestación ha sido completamente normal. «No hospital trátanme como calquera outra embarazada», dice para ejemplificarlo.

Sin embargo, en la parte final sí habrá diferencias: no se contempla, por ejemplo, la posibilidad de un parto vaginal. «Como non teño a mesma sensación de dor que tiña antes, non sei como vou notar as contracións, e tampouco vou poder empuxar, así que terá que ser por cesárea», explica.

La operación se realizará en el momento en que el equipo médico determine que el bebé está bien para poder salir y María no tiene claro qué tipo de anestesia le pondrán. En su caso, es probable que no sienta los efectos de la sedación, aunque su cuerpo sí responde al dolor. «Se non estivera ben durmida, eu non sentiría nada, pero subiríame moito a tensión, por exemplo».

María no conoce otro caso similar en Lugo, pero a través de la Unidad de Lesionados del Canalejo sí tiene noticias de otras mujeres en su situación que han tenido hijos. Eso la anima y le ayuda a disipar la inquietud, aunque sabe que no hay dos pacientes iguales.

Hospital

María y Xavi han estado muy pendientes de la apertura del nuevo hospital. A ella la vieja residencia le daba pánico porque conoce experiencias de personas que lo han pasado peor de lo que deberían por el simple hecho de que la silla de ruedas no cabía por la puerta del baño. «Esa é unha das miñas preocupacións, pero creo que non hai problema», dice. Esos detalles imperceptibles para otros, para ella son básicos.

María ya ha tenido revisiones en el Lucus Ausgusti y admite que no hay comparación con su predecesor, pero le ha sorprendido encontrar alguna camilla no regulable y demasiado alta para que ella pueda transferirse desde la silla sin ayuda.

Esas limitaciones externas y estúpidas son las que más socavan su ánimo. Recuerda que uno de los peores momentos de los cuatro años fue regresar a su piso antes de haberlo adaptado. «Chegar á casa foi un baixón, porque ves acostumada do hospital, onde todo está preparado». Ahora todo está pensado al milímetro para facilitarle la vida.

También fue duro el encuentro con los conocidos, explicar una y otra vez lo que le había pasado y escuchar comentarios del tipo «¡Co guapiña que eras!», que le dijo una vez una señora. «Hai xente que reacciona moi ben e outra que non sabe facelo; ás veces poñíanse a chorar e tiña que consolalos eu», recuerda. Por eso al principio rehuía las visitas a su Verín natal, pero ahora también eso está superado.

Dice Xavi, su marido, que los propios médicos reconocieron desde el principio que el de María era un caso atípico por lo bien que reaccionó. Ni siquiera recurrió a los antidepresivos, a ella lo que le ponía las pilas era ver que todavía podía hacer muchas cosas y le animaba escuchar a quienes ya habían salido al mundo contarcosas de su nueva vida. Recuerda especialmente la inyección de esperanza que le dio un chico que hacía parapente.

Por eso al principio «houbo unha temporada na que non parabamos de facer cousas», dice su marido, para evitar obsesionarse con lo que no podía hacer. Y poco a poco, ha conseguido lo que quería: «facer unha vida normal». María ha puesto mucho de su parte, pero reconoce que también ha jugado un papel fundamental el apoyo de su entorno.

Ahora reconoce que le da respeto la etapa que se abre con el nacimiento de Xabi -tomará el nombre de su padre en gallego-, pero siempre gana su optimismo. «Penso que será igoal que coas outras cousas que foron pasando, chegado o momento adaptareime». ¿Acaso cabe alguna duda?

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