Más de una decena de calles de Lugo sirven de circuito para carreras ilegales

Captura de un vídeo de YouTube sobre una carrera ilegal en A Piringalla, hoy retirado (Foto: EPL)
photo_camera Captura de un vídeo de YouTube sobre una carrera ilegal en A Piringalla, hoy retirado (Foto: EPL)

Las avenidas de Lugo se han convertido en escenario constante de ‘piques’ entre coches y carreras nocturnas, según denuncian reiteradamente las asociaciones de vecinos, que han hecho saber al Ayuntamiento que por las calles de sus distritos discurren con frecuencia vehículos a grandes velocidades que hacen ‘trompos’ y piruetas en vías urbanas abiertas al tráfico ordinario.

En general, las avenidas más anchas y de mayor longitud son las preferidas para este tipo de prácticas, que se producen con asiduidad en más de una decena de vías de la capital. Los colectivos vecinales aseguran que han pedido reiteradamente al gobierno local que se tomen medidas antes de que "pase algo grave", pero sin éxito hasta el momento.

Por un lado, señalan que supone un riesgo para la seguridad ciudadana y, por otro, apuntan, perturban el descanso y la calidad de vida de los ciudadanos que viven en esas calles debido a los fuertes ruidos de motores y chirriar de ruedas. Entre otras, proponen medidas como colocación de bandas rugosas, radares e incremento de vigilancia policial.

En la zona norte de la ciudad, se han abierto en los últimos años nuevos viales que actúan como foco de atracción para los kamikazes urbanos. A Piringalla es una de las áreas más afectadas, especialmente en las rúas Angelo Colocci, Manuel María y Fontes. En esta zona, explica Manuel Pardo, presidente de la asociación vecinal Ánxel Fole, "hacen caballitos y carreras delante del parque que está cerca de los institutos y no les importa si hay niños jugando". Pardo también denuncia que las cabriolas coinciden con frecuencia con la hora de salida de los centros educativos de la zona. "Hasta el año pasado había una pareja de la Policía Local y eso los disuadía, pero este año ya no hay y es un desastre", asegura.

En el vecino barrio de O Castiñeiro, la situación no es más halagüeña. La Avenida de Breogán y la calle Juana La Loca concentran los espectáculos de coches a grandes velocidades. "Estamos cansados de mandar notas a Tráfico", indica el presidente de la asociación vecinal que lleva el nombre del barrio, Constantino Casanova, quien asegura que "todos los días" hay un accidente, sobre todo en el entronque de Lamas de Prado con Juana La Loca.

La Avenida de Paulo Fabio Máximo, que desemboca en la Avenida da Coruña a la altura del cuartel de bomberos, también registra incidentes de este tipo, con el agravante de que en una parte de la vía "no tiene aceras y eso supone un peligro todavía mayor para los peatones", apunta el presidente del colectivo vecinal, Manuel Fouz. Las carreras se producen sobre todo los fines de semana, cuando algunos coches suben la avenida "a más de 130 o 140 kilómetros por hora".

Fouz asegura que ha sido testigo de cómo "un día llegó un coche y dos motos en un remolque; las bajaron y se pusieron a hacer carreritas de arriba a abajo".

La longitud y trazado de la Avenida da Coruña también es una tentación demasiado fuerte para los fanáticos del acelerador. Valentín Arias, presidente de la asociacion vecinal de A Milagrosa, asegura que "los coches circulan por ahí a mucha mecha, pero lo que se dice carreras, nunca vimos”.

Al otro lado de la ciudad, en el barrio de Fingoi y Acea de Olga tampoco desconocen estos problemas. Carmen García, presidenta del colectivo Illa Verde, asegura que "es un problema generalizado prácticamente por todo el barrio", sobre todo en la Ronda de Fingoi, aunque no exclusivamente. Señala que hasta hace aproximadamente un año, en la calle Erín, "había un muro que tiraban una semana sí y otra también".

En el barrio de Montirón, los vecinos también han denunciado reiteradamente las carreras y piruetas de coches en zonas concretas, como la parte final de la calle Rof Codina. Según el presidente del colectivo vecinal, cuando observan maniobras así llaman a la Policía, pero “o no vienen o cuando llegan ya no hay nada”, por lo que el problema persiste.

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