María Dolores Pradera: ''Presiento que moriré con las botas puestas''

María Dolores Pradera, durante su actuación en Lugo
photo_camera María Dolores Pradera, durante su actuación en Lugo

''¿Hará frío?”, pregunta María Dolores Pradera antes de preparar su maleta dispuesta a partir para actuar en Lugo. Una semana después de la muerte de Fernando Fernán Gómez, su ex marido, la artista retornó a los escenarios, de donde todavía no se quiere bajar. Actuó en Lugo este viernes, con motivo del séptimo aniversario de la declaración de la muralla como Patrimonio de la Humanidad. En esta entrevista cuenta que se hace la fuerte y afirma que "en el escenario una remonta muchas cosas".

Lleva toda una vida en el mundo del espectáculo. Quizás por eso sea capaz de subirse a un escenario aunque esté pasando momentos duros como los actuales, tras la muerte de Fernán Gómez.
—He tenido mucha pena, pero lo estoy superando porque la vida es así. ¡Qué le vamos a hacer!
—Quizás las tablas también influyan en estas circunstancias.
—Influye la fuerza que una pueda tener. Además, estas cosas en el escenario se evaden, una remonta.
—¿Es tan fuerte como parece cuando se la ve en el escenario?
—No, me hago la fuerte. [Risas]. Procuro serlo.
—Durante todos los años que lleva en la profesión, ¿cuál fue el mayor aprendizaje recibido?
—Siempre se aprende algo, incluso corrijo cosas. Cuando, en mi época de actriz, me daba cuenta de que una frase no la decía como la tenía que decir ya la cambiaba en la siguiente función, siempre aprendía algo.
—¿Es tan exigente consigo misma en las otras cosas que hace a diario?
—No, soy más exigente con mi trabajo que con lo que hago a diario. Con las cosas diarias soy más bien un poco bohemia. No soy desordenada, pero sí desorganizada.
—¿También es de las que defienden que morirán con las botas puestas?
—No lo sé, pero presiento que sí.
—Aunque comenzó siendo actriz, sus mayores éxitos los cosechó como cantante.
—En el teatro tuve suerte e hice cosas muy importantes. No por mí, sino por los autores a los que interpreté, los directores que me dirigieron y los actores con los que compartí escenario. Fue una etapa bastante larga y me fue muy bien. Lo que pasa es que también cantaba y pensé: "Bueno, voy a descansar un tiempo del teatro, canto un poquito y vuelvo a los escenarios" pero ya no he podido, aunque maté el gusanillo en 1985 con una obra de Bernard Shaw, tras la que retorné a mis compromisos de la canción.
—¿Y volvería ahora al teatro si se lo pidiesen?
—Me ofrecieron cantidad de cosas, incluso para el cine; pero no. En esto sí estoy muy organizada con mis ensayos y mis músicos, con los que estoy muy compenetrada.
—¿Cómo se puede sobrellevar la fama siendo tan discreta como es usted?
—Siendo discreta [risas], posiblemente.
—Hay gente que cree que en el escenario sólo tienen cabida los jóvenes. ¿Qué les diría?
—Que el escenario es hasta que la vayan a ver a una y la quieren. Yo quiero seguir, aunque también hay gente que decide dejarlo porque está cansada, pero yo no estoy cansada, soy muy feliz en el escenario y además me va a ver gente de todas las edades.
—Tiene grabadas cerca de 800 canciones. ¿Cómo hace para recordar las letras de todas?
—¿Recordarlas? [Risas]. Ensayo antes, las repaso, a veces me quedo un poco trabada pero salgo adelante. ¡Eso me ha pasado siempre, eh!
—¡No llevará una chuleta consigo!
—No [risas], pero me ha dado una idea.
—De niña quería ser espía. ¿Se arrepintió de no haber elegido ese camino?
—[Risas, de nuevo] Me disfrazaba y me figuraba que era una espía en la Guerra Civil, que era pequeñita, y eran mis funciones de teatro. Pero no, todo era una
broma.
—Era toda una Mata Hari...
—No, era más sencilla, la mía era una espía hecha por Greta Garbo. Mata Hari era más complicada. Se ve que veía alguna película con alguna espía muy especial y fumando —he sido muy fumadora— y me dije: "Yo, de mayor..." Recuerdo que la espía llevaba una boina. Eso se me quedó grabado y, en cuanto pude, de jovencita, me puse una boina y empecé a fumar. Pero no, no he sido espía.
—¿Y sigue fumando?
—No, lo dejé.
—También estudió corte y confección. ¿Le sirvió para algo?
—Sí, de jovencita me hacía mi ropa. Realmente, eso no es estudiar, es aprender a medir, a cortar. ¡Ya se me ha olvidado, ya no podría hacer nada! Como estudios, terminé mi Bachillerato y estudié solfeo y un poco de piano.
—¿Cómo empezó su carrera en Suramérica?
—Iba porque tenía amigos allí y querían que cantase, pero tenía miedo a cantar en estos países. Sin embargo, en 1969, cuando terminé la temporada de María Pineda en el teatro, me fui contratada a Colombia y me fue muy bien, que era muy conocida y querida; de ahí me fui a México y también me fue muy bien, lo que pasa es que ahora siento a América lejos. Lo que me da más terror son los aeropuertos, no los aviones ni las distancias. Este aeropuerto que nos hicieron en Madrid es terrorífico, me da mucho miedo.
—Dijo en una ocasión que tomó la decisión de irse a cantar a Suramérica porque sus hijos ya habían crecido y no necesitaban que les pusiera la bufanda.
—Me puse a cantar y a viajar porque mis hijos eran mayores y no necesitaban que les pusiera la bufanda porque ya no iban al colegio pero, en fin, se la seguía poniendo cuando estaba con ellos.
—¿No le costó dar ese paso y más en aquel momento, cuando las mujeres siempre estaban en su casa?
—Yo siempre estuve viajando y tenía amigas que tampoco estaban en su casa. Había muchas mujeres independientes y que viajaban en mi época.
—¿Le gusta que la llamen "la gran dama de la canción"?
—No, porque, además, no me lo llaman. Bueno, en América sí. Lo agradezco, pero prefiero que me llamen por mi nombre.
—Por edad y por prestigio, podría ser comparada con otra gran dama de la canción, Chavela Vargas...
—Creo que no. Ella lleva poncho y yo, de vez en cuando, me lo pongo y coincidimos con algunas canciones en el repertorio, pero no tenemos nada que ver. Yo la admiro y creo que no le caigo mal a ella, pero no tenemos nada que ver. 


''ESPEREMOS QUE NO LLEGUE LA SANGRE AL RÍO CON CHÁVEZ''  

—Es hija de un asturiano que emigró a Argentina. ¿Le recuerda eso en algo la situación de los inmigrantes que cruzan en cayuco el Estrecho?
—Cuando mi padre emigró, no emigraba tanta gente porque América estaba muy lejos. Me da mucha tristeza cómo llega y por qué llega esta gente que viene a España. ¡Ojalá que tengan trabajo todos ellos! La necesidad los obliga a dejar sus tierras y no debe de ser nada agradable dejar tu país.
—Los mayores viajan más que nunca. ¿Es ésta una buena forma de vivir la tercera edad?
—Yo estoy en la tercera edad, pero llevo la misma vida que si estuviera en la primera, pero debe de ser estupendo, está muy bien, lo pasan muy bien.
—¿Las pensiones de jubilación son suficientes?
—No tengo ni idea, no lo sé. Hay quien se queja y hay quien tiene suficiente.
—Los artistas son el blanco de los programas de corazón que abundan en las distintas cadenas. ¿Sobran la mitad de ellos?
—No suelo ver mucha televisión. Veo las noticias, programas de gente que me interesa como Jesús Quintero, Sánchez Dragó... Esos programas no los veo porque, a esas horas, estoy haciendo otras cosas. No sé si sobran. De todos modos, la gente a la que no le guste esa televisión tiene una solución: la apaga y ya está. ¿No le parece?
—Tuvo hijos y tiene nietos. Muchas abuelas se hacen cargo de ellos. ¿Usted pasaría por el aro?
—Mi nieta tiene 23 años y está en Nueva York trabajando, y el chico, de 21, también trabaja. De todas formas, cuando eran pequeños los cuidaba su madre, que era muy joven.
—Quizá ahora tenga una segunda oportunidad con los bisnietos...
—Espero no tenerla [risas]. Todavía no se casaron, pero no estoy para bisnietos aunque me encuentre muy bien.
—El presidente venezolano Hugo Chávez echó en cara varias cosas a España en la última cumbre de países iberoamericanos y ahora está tensando la cuerda con Colombia. ¿Se está revolucionando Suramérica?
—Da la impresión de que sí. Ese señor es muy espectacular, pero esperemos que no llegue la sangre al río. 


 

''ME ENCANTARÍA LA BICICLETA, PERO PREFIERO IR EN COCHE Y QUE ME LLEVEN''  

 —¿Madruga o trasnocha?
—Depende. Alguna noche me acuesto tarde porque salgo a cenar con los amigos o llego tarde de viaje, y otras veces tengo que madrugar.
—¿El café, solo o con leche?
—Con leche.
—¿Ocho horas de trabajo al día o doce?
—Cuando tengo un concierto ensayo, canto dos horas, luego vienen las firmas y la gente. Si entro a las cuatro de la tarde y salgo a las doce y media o una... pueden ser ocho.
—¿Frío o calor?
—Calor, aunque antes me gustaba el frío.
—¿Tabaco o chicle?
—Ni tabaco, ni chicle. El chicle me horroriza, se te pega a las muelas y yo las tengo casi todas arregladas y se me puede ir un empaste.
—¿Coche o bicicleta?
—Me encantaría la bicicleta, pero prefiero ir en coche y, sobre todo, que me lleven, ya no conduzco.
—¿Playa o montaña?
—Montaña.
—¿Falda o pantalón?
—Me resulta más cómodo el pantalón, pero me gusta la falda de vez en cuando.
—¿Fritos o asados?
—Es más sano asado.
—¿Blanco o negro?
—Los dos, aunque ahora tengo túnicas de todos los colores.
—¿Zapatos o zapatillas?
—Zapatos, y mejor de medio taconcito. Las zapatillas, para estar en casa cuando llego cansada.
—¿La bata, no, verdad?
—Sí, alguna vez, pero por las noches.
—¿Y los rulos?
—También, ¡pero qué no me vea nadie! 

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