Manuel Gómez Fernández: ''Teño o corazón dividido entre Friol e Bruxelas''

Manuel Gómez, frente a su casa de Friol.
photo_camera Manuel Gómez, frente a su casa de Friol.

la suerte acompañó a Manuel Gómez a lo largo de su vida. Así lo asegura este friolense que, en el año 1964, decidió aparcar un trabajo estable en el sector del transporte para tomarse unas merecidas vacaciones. «Decidín pasar unhas semanas noutro país, pero que non fosen os típicos a onde ían todos os emigrantes». Y apostó por Bélgica. Allí se marchó a la aventura, con 27 años, 25.000 pesetas en el bolsillo y sin saber «nin unha palabra» de francés.

Su carácter abierto hizo que a los 20 días de estar en el país ya contase con buenas amistades, y el trabajo no tardó en llegar. «Ofrecéronme traballo de albanel e non o dubidei. Ademais, polas noites ía a clases de francés». Sin apenas darse cuenta, la estancia se fue alargando. En seis meses dominaba el idioma, y tras el trabajo de albañil surgieron nuevas oportunidades en empresas de transportes y de construcción. Su novia, que le esperaba en Galicia, decidió seguirle. Se casaron y enseguida llegaron nuevos éxitos. La pareja se hizo cargo de varios negocios de hostelería y Manuel creó su propia empresa de construcción. Empleó a 300 trabajadores y fue el responsable de construir buena parte de la red de metro de Bruselas, la comisaría de policía o la mayor escuela de la ciudad.

El matrimonio, que tuvo dos hijos, los envió pronto a Galicia con la idea de seguirles. Y es que la tierra seguía muy presente en sus mentes. Quizás por eso, Manuel fundó la Casa de Galicia en Bruselas, que alcanzó los 750 socios. «Estou moi orgulloso, porque incluso creamos un grupo que levou a música galega por Bélxica, Francia ou Holanda».

Hace una década, con cuatro negocios hosteleros en marcha y 35 empleados, la pareja regresó a O Pacio, en Friol. «Botabamos de menos a terra e os fillos, así que voltamos para montar unha explotación de vacún». La granja marcha bien pero Manuel tiene el corazón dividido. «En Galicia son ‘o belga’ e en Bélxica son ‘o galego’». Cada verano, la familia al completo viaja a Bruselas para echar una mano en los negocios familiares, donde no faltan los productos españoles. «A paella e a tortilla, triunfan».

Comentarios