Luis Liz Marzán: ''La nanotecnología en medicina permite liberar un fármaco sólo en la zona afectada''

Luis Liz Marzán.
photo_camera Luis Liz Marzán.

Con 15 años de trabajo científico a su espalda, a este investigador lucense se le debe, entre otros avances de la nanotecnología, el descubrimiento de una técnica que permite depositar pequeñas capas de sílice sobre nanopartículas de oro, con aplicaciones como el tratamiento selectivo de enfermedades.


aunque lucense de nacimiento, las investigaciones encabezadas por el catedrático Luis Liz Marzán han llevado a lo más alto el nombre de la Universidade de Vigo. Sus aportaciones en el campo de las nanopartículas metálicas ya le han reportado galardones como el prestigioso XX Premio DuPont de la Ciencia, y el Premio Pontevedreses 2010.

Usted y su departamento han centrado sus esfuerzos en el ámbito de la nanotecnología. ¿En qué han consistido las investigaciones?

La nanotecnología estudia la fabricación y propiedades de materiales en tamaños muy pequeños. El nanómetro es una millonésima parte de un milímetro. El grosor de un pelo sería de aproximadamente unos 50.000 nanómetros. Investigamos cómo se comporta la materia en esa escala. Nosotros nos hemos enfocado en varios tipos de materiales, pero fundamentalmente en partículas de oro y plata, porque en esos tamaños tienen propiedades ópticas muy interesantes. Pueden dar lugar a aplicaciones muy interesantes: desde técnicas de almacenamiento de información hasta técnicas de detección de medicina y otras aplicadas al medio ambiente.

¿Hasta dónde se puede llegar en el almacenamiento de información?

Es un poco complicado de explicar, pero, fundamentalmente, en función del tamaño de la partícula y de su forma el color es distinto. Lo que se puede hacer es fabricar partículas de distintas geometrías, colocarlas de una forma determinada y, con láser, provocar un cambio de color que se puede leer de una forma muy fácil. Como las partículas son muy pequeñas, se pueden organizar en un tamaño muy pequeño y con una densidad muy grande y, por lo tanto, la densidad de información también será más grande.

A la nanotecnología todavía le queda un gran salto desde los laboratorios hasta la sociedad. ¿En qué ámbitos comienzan a verse las primeras aplicaciones prácticas?

El ejemplo claro son los ordenadores, donde ya hace tiempo que los tamaños y las características de los chips se basan en escalas nanométricas. Pero también en la medicina. El transporte de medicamentos para realizar una liberación un poco más controlada se hace con nanopartículas que llevan encapsulado el medicamento y que pueden liberarlo solamente en la zona afectada, respondiendo a un estímulo que sea específico de esa zona. Ahora se están desarrollando también muchas técnicas para hacer tratamientos selectivos de cáncer y detección temprana. Hay también muchas técnicas para la detección de contaminantes e incluso en las raquetas de tenis: las más caras están fabricadas, entre otros elementos, con nanofibras de carbono que dan más flexibilidad, mayor resistencia mecánica y, al mismo tiempo, las hacen muy ligeras.

Pero también habrá mucha ciencia ficción en esto...

Algunas cosas sí son ciencia ficción. Como la idea es manipular los materiales átomo a átomo, esto ha disparado un montón de fantasías. Desde el principio, se ha hablado de los nanorrobots, unos pequeños robots que se podrían desplazar por la sangre y actuar selectivamente. Eso no existe como tal, pero sí que se están desarrollando sistemas que funcionan así. No son máquinas autónomas, pero sí nanopartículas que llevan elementos para disfrazarse, evitar que los macrófagos se los coman y llegar a su destino. También otras que actúan en ese sitio determinado liberando el medicamento y permitiendo que se actúe sobre estas células con láser o con un campo magnético.

¿Cuál ha sido su aportación más importante?

Quizás la técnica para depositar selectivamente una pequeña capa de sílice (que conforma la arena de la playa, por ejemplo) sobre la superficie de nanopartículas de oro. Es un método químico sencillo, pero que había que encontrar y ha tenido gran repercusión porque permite colocar esas moléculas de tratamiento selectivo, desplazarlas e incluso mejorar su estabilidad. Tuvo un gran impacto científico y se hizo una patente que se vendió.

PROFESIÓN

«Hay que convencer a las empresas de que merece la pena invertir en investigación»

¿Cómo está la labor investigadora en España?

La profesión de investigador es muy emocionante si la vives. Yo no la cambiaría por ninguna ahora mismo. En todos los trabajos hay que trabajar duro para salir adelante. Esto es especialmente duro porque hay que convencer a la sociedad de que realmente merece la pena que exista inversión pública para poder hacer todo esto. También hay que convencer a la empresa privada de que merece la pena apostar a largo plazo por inversiones en investigación y desarrollo de nuevas tecnologías. El momento es malo, pero lo es en todos los campos. Si se trabaja con mucha dedicación e intentando estar al máximo nivel, no hay grandes problemas. Hay pocos fondos disponibles, pero eso también hace muy interesante el intentar estar adelante. Lo que hace falta es dedicarse muy a fondo.

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