Lugo: una historia de ferias y fiestas

Porta Miñá
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¿Por qué la Rúa de la Tinería se llama así? ¿Por qué acuden a Lugo estrellas para celebrar San Froilán? Mañana, el programa Terras e Auga organiza una ruta para recrear la historia de los caminos que se recorrían antiguamente para acudir a las ferias de Lugo, siempre muy importantes para la ciudad bimilenaria.

«Lugo es una ciudad dedicada al sector terciario, como ya lo era en la Edad Media», explica el historiador Adolfo de Abel Vilela, quien mañana oficiará de guía en el viaje a través de la historia de las ferias antiguas lucenses que organiza la concejalía de turismo.

«En Lugo casi todas las calles del centro van a desembocar en una plaza -la actual Praza Maior-, cuya principal función era la comercial, la celebración de ferias y mercados», recuerda De Abel. Este espíritu comercial es, precisamente, el que permite que Lugo haya sobrevivido a los azares de la Historia. Raimundo de Borgoña, yerno de Alfonso VI y rey ‘de facto’ de Galicia, sería el impulsor de la última y definitiva repoblación de Lugo. El secreto de su éxito: declarar franca su feria. Es decir, libre de derechos e impuestos. Una garantía que propiciará el auge de las ferias lucenses en el siglo XII.

EN IMÁGENES

Praza Maior. El centro comercial de Lugo

La Praza Maior es, tradicionalmente, por su localización céntrica y su amplia superficie, el punto clave para la organización de mercados y eventos varios. Durante mucho tiempo, sus soportales fueron el lugar escogido para la entrega de las recompensas por las pieles de lobo cazadas en el entorno rural.

Praza de Santo Domingo. Día de mercado

Aunque Lugo había acogido una floreciente y variada actividad gremial, la zapatería era la rama más importante rama de artesanía local. Tal era su prestigio que, en el siglo XIX, durante la Guerra de la Independencia, sus talleres fueron los encargados de abastecer de calzado al ejército español.

Porta Miñá. Una casa-torre medieval

En la Edad Media, las casas-torre equivalían a los rascacielos. Símbolos de poder y prestigio, eran las viviendas de la nobleza urbana. Su mampostería de piedra permitía que pudieran elevarse sobre las dos plantas habituales en las galerías de tambor, las residencias de los estratos menos pudientes.

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