Lugo se sube al escenario

Pop, funk, rock, hip hop, folk, mestizaje... en Lugo suenan todo tipo de músicas. C. Son de aquí y, a veces, pocos los conocen. Las fiestas serán una oportunidad para saber algo más de ellos.

Trabajan cada uno en lo suyo, pero comparten una pasión: la música. Son lucenses y este año enseñarán su forma de tocar durante las fiestas patronales.

Iván y Josito, canción de autor

Tocan y cantan juntos desde hace ocho años, cuando se conocieron, uno como director y otro como monitor, en un campamento en Negueira de Muñiz. «Coñecímonos así, cantando algunha burrada alí ó lado dun cemiterio», comentan, entre risas. Ahora estos dos maestros -Iván da clase en la Divina Pastora y Josito, en el Galén- salen a tocar con una banda, la de la Alcayata, formada por Mon, a la percusión; Joselu y Loureiro, a los clarinetes, y Sergi, el vibrafonista.

Ian, apuesta por el pop indie

Son ocho y hacen lo que se llama pop indie. Todos son de Lugo, menos el guitarrista, que vive en Vigo. Antes habían estado en grupos de folk, funky, heavy o blues. Pese al nombre del grupo, cantan en castellano. «Lo de Ian viene porque es la traducción de Juan, el nombre del cantante, al inglés», apunta el batería, Tino Freijo.

Kike Ganso, sonido pop

Le quedó el apellido artístico porque, hace años, tocaba en el grupo Los Gansos. Fiel a la marca, Enrique Castro compone y canta en solitario, desde hace seis años. «Llega un momento en que te lo planteas para no depender de los demás porque siempre hay gente que se va», comenta, y ahí está.

Asegura que su música tiene la misma raíz que la de Los Gansos, el pop, pero sí reconoce que hace canción de autor. Este peón jardinero provisional confiesa que, aparte de música, sabe hacer de todo. «Fui empresario, buzoneador y ahora jardinero», dice, pero también escritor y, sobre todo, autodidacta. «Acabo de publicar un libro de relatos y poesía».

Kimuru, folk de raíz americana

Es funcionario de la Xunta, pero está en excedencia. Kimuru, Quique Muruais, lleva nada menos que un cuarto de siglo tocando pero estuvo quince años que no se atrevía -textualmente- a cantar sus canciones. Kimuru no sale sólo al escenario. Se deja arropar por César Lopez, al bajo; Carlos Díaz, a la guitarra, y Pope, a la batería. Afirma que hace folk de raíz americana. Incluso mantras folk. O, más todavía, música tabernaria pero apunta que «desde unha postura abstemia da vida». Ahora hace pinitos en la pintura. «Hai unha conexión entre o oído e o ollo», razona. Un arte, el de pintar, en el que tuvo la misma escuela que en la música. Es decir, ninguna. «Tampouco para facer unha empanada fai falta ir a unha panadería», sentencia.

Batital, apuesta por la fusión

Se presenta diciendo que tiene nombre de detergente. Es Ariel Campoy (guitarra española, guitarra eléctrica, teclados y timple canario). El hombre orquesta, quizás. Pero no. Hay siete músicos más. Todos son Batital. «Música de fusión de distintos estilos, todo o que nos gusta incorporámolo: que se tango, que se blues, que se muiñeira... Músicas do mundo, iso é o que facemos», aclara.

Tan atrevidos son que, incluso, se lanzaron este año a competir por ser el grupo que representaría a España en Eurovisión. No lo lograron pero de 200 quedaron en el puesto 45. «Non era a nosa meta nin tiñamos posibilidades reais, pero foi moi divertido», afirma.

Si su música es variopinta, también ellos lo son. Hay un estudiante, un funcionario, un viajante, un abogado... El mayor tiene 43 años y el más joven, 22.

Kibitka, ecos de la emigración

El grupo reúne a ocho lucenses con raíces rusas, bielorrusas, cubanas y gallegas. Por eso, dicen que hacen música migratoria. «É unha mestura de músicas de varias procedencias, é como se viaxásemos a través da música», apunta Ana Abeledo, clarinetista.

Lo curioso de este grupo es que es el único que vive sólo de la música. «Intentamos vivir disto, traballando moitas horas e noites e sen grandes luxos», explica Ana. En su repertorio, mezclan temas tradicionales gallegos, con otros de Israel o del este de Europa.

Zinc So!, rock progresivo

Miguel Vaccarello, de ascendencia italiana, conoció a tres colegas del IES Virxe dos Ollos Grandes con los que, casi por probar, se reunió para tocar. Eso fue el año pasado y parece que la cosa va en serio. Este chaval que cursa segundo de BAC y toca la guitarra se reúne con sus amigos tres veces a la semana en la Casa de la Música y ensaya una media de dos horas por día. Hacen rock progresivo. «Se le llama así porque se van incorporando los instrumentos poco a poco, mezclando instrumentos de la cultura occidental y cosas árabes»,dice.

On Fucking Air, aires heavies

Son heavies, aunque puntualizan: «Realmente, la palabra heavy significa pesado y no nos consideramos como tales», cuenta el guitarrista Iago López, estudiante de Magisterio Musical.

Iago forma On Fucking Air con Tommy, dependiente de una floristería; Ángel, hostelero, y Jose, empleado de una imprenta. Sobre el nombre del grupo, comenta: «En principio iba a ser On Air, que significa «en el aire» y, finalmente, derivó en «On Fucking Air», que significa «En el puto aire», a pesar de que algunos se empeñen en malinterpretarlo».

Telémaco, Dr. Think y Mr. Fishman

Existe un nombre en la música lucense que engloba a tres grupos. Es Álvaro Pardo García. Pinchadiscos, productor, empresario y ahora uno más en el restaurante italiano Mangiarte. «Este mundillo no es nada fácil y he tenido que compaginar unos trabajos con otros», confiesa.

Álvaro es Dr. Think, Mr. Fishman y parte de Telémaco, un ‘combo’, dice, de música electrónica experimental formado también por The RGB Corp y Mike Rolling.

Como Dr. Think pincha música electrónica de baile; como Mr. Fishman, funk y música negra. Y como Telémaco, explota el mundo audiovisual. «En el San Froilán, elaboraremos una sesión construida a modo de viaje basada en el agua, que lleva el título de nuestro tercer disco. La sesión está articulada en tres partes: H, 2, O», anuncia. O sea, química pura.

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