Los señalados contraatacan

Un escrache antiabortista ante el Tribunal Constitucional en 2010. AEP
photo_camera Un escrache antiabortista ante el Tribunal Constitucional en 2010. AEP

LOS POPULARES lucenses están acostumbrados a ver manifestantes delante de sus sedes. Durante años, el local de la calle San Marcos fue parada obligada para las marchas de protesta que circularon por el centro. Quizá por ello no le dieron importancia a las concentraciones que durante los últimos meses se celebraron ante su nueva sede de la calle Ramón Cabanillas y que, en las últimas semanas, fueron convocadas bajo la denominación popularizada por los colectivos argentinos de defensa de los derechos humanos, el escrache.

Sin embargo, algo ha cambiado desde que en la calle Génova se decidiese contraatacar estas acciones, sobre todo las que la Plataforma de Afectados por la Hipoteca decidió llevar hasta la puerta de algunos diputados. Después de que la delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, ordenase a la Policía multar a los manifestantes, la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, quiso ir más allá y calificó los escraches de nazismo, una comparación que solo puede salir de quien nunca se ha preocupado por conocer la historia del Holocausto.

Pero como quiera que otras voces populares también hicieron su aportación criminalizando a quienes les cantan las cuarenta a la cara, en el PP de Lugo también han cambiado de estrategia y, ante la amenaza por parte de algunos colectivos de que se podrían producir concentraciones ante los domicilios de los parlamentarios, se han decidido a condenar con firmeza estas manifestaciones.

Joaquín García Díez, el único de los diputados del PP por Lugo que tiene domicilio en la capital, fue el primero en criticar estas protestas, mientras que el portavoz popular en el Senado, José Manuel Barreiro, acusó ayer al BNG de estar detrás de las últimas movilizaciones organizadas delante de la sede de Ramón Cabanillas.

El también presidente del PP de Lugo quiso compartir las declaraciones de Cospedal, al asegurar que «en el nazismo se marcaba a la gente, se marcaba la puerta de sus casas», para advertir luego que este tipo de manifestaciones no se pueden consentir.

El dirigente popular, al igual que otros de sus compañeros, nunca usó esta beligerancia contra los movimientos antiabortistas que suelen acosar a médicos, trabajadores o pacientes de las clínicas donde se practican legalmente interrupciones voluntarias del embarazo. Tampoco se pronunciaba contra quienes gritaban en manifestaciones convocadas por la Asociación de Víctimas del Terrorismo « Rubalcaba al paredón» o contra quienes se concentraron durante los años de Gobierno de Zapatero ante la sede de Ferraz para denunciar las políticas socialistas.

Es lógico y, como diría el alcalde de Barreiros, uno se acuerda solo de Santa Bárbara cuando truena. Los escraches en el domicilio no se le deben desear a nadie, porque nadie que esté en la vida pública -tampoco los medios de comunicación- están libres de ser víctimas de uno. Ahora bien, ni los del PP se van a tener que ir a un campo de concentración ni Cospedal es Anna Frank.

HEMEROTECA TRAIDORA

(Noticia publicada en elprogreso.es el 27 de septiembre de 2009)

Pachi sufrió escrache de unas juventudes que no eran hitlerianas.

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