''Los policías hacían la redada riéndose y contando chistes, de cachondeo''

Las relaciones de los dueños de los prostíbulos con los clubes les aseguraban cierta impunidad, aunque no toda, porque había que cumplir con el expediente.

Además de la multitud de testimonios que aseguran que algunos agentes avisaban con antelación a los proxenetas de los registros para que no hubiera extranjeras en situación ilegal, hay uno que aporta su experiencia directa en una de estas redadas.

La mujer, que trabajaba en el Queens, explica cómo «los policías hacían la redada riéndose. Estuvieron una hora, y unos iban tomando datos y otros se quedaban en el salón haciendo chistes con las chicas. A mí me pareció que todo era como de cachondeo».

La prostituta explica a la jueza que todos venían uniformados «y cuando entraron mandaron encender las luces y separaron a los clientes de las chicas, como si realmente se fueran a llevar a alguien, pero luego ya fue de chiste».

A ella no le extrañó, sobre todo porque apreció «mucha familiaridad y amistad entre J.M.G.A. y los policías, principalmente el jefe y otros dos». Al jefe policial que dirige la redada lo describe como «un señor bajito». Por lo que parece, fue divertido.

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