Los pisos de A Ponte, a medio gas por falta de servicios comunes

Vecinos de A Ponte, ayer en uno de los portales. pepe álvez
photo_camera Vecinos de A Ponte, ayer en uno de los portales. pepe álvez

Las viviendas sociales del barrio de A Ponte van ocupándose poco a poco, pero la urbanización sigue a medio gas mes y medio después de que la Xunta entregara los pisos. Los espacios comunes todavía no tienen luz, por lo que el día a día no es fácil, aseguran los vecinos.

La falta de energía eléctrica impide que funcionen los ascensores y los telefonillos, y aunque los edificios solo tienen dos pisos, supone un trastorno importante, aseguran los vecinos. «Hay muchos niños pequeños y pueden caerse por las escaleras, y los portales tenemos que tenerlos abiertos todo el tiempo porque no puedes llamar al telefonillo», explica Alexandro Avrán, que ayer ejerció de portavoz de un grupo de vecinos que se reunió en el portal del bloque 47 para denunciar la situación.

La falta de luz también les impide hacer uso de los garajes, donde el problema es doble. Todavía no tienen vados y, salvo por la noche, las entradas suelen estar ocupadas por coches.

Todos estos son trámites que debe hacer la comunidad de vecinos, pero algunos inquilinos ven poco interés de la directiva elegida. La comunidad se constituyó sin que la mayoría de los vecinos pudieran intervenir ya que, de los 32 adjudicatarios, 29 son en régimen de alquiler y tienen derecho de voz, pero no de voto. «La presidenta, como todavía no vive aquí, pone poco interés», denuncia Avrán. «Nos dice que no nos vengamos hasta que haya luz, pero hay gente que está pagando otro alquiler y no puede con los dos. Además, el contrato de la Xunta dice bien claro que tenemos que ocupar los pisos en dos meses, y el plazo se cumple en unos quince días», señala el portavoz vecinal.

El malestar con la presidencia de la comunidad va más allá. Los inquilinos se quejan de que esta eligió por su cuenta una administradora, en vez de plantear varias opciones a los residentes, y de que la administradora, a su vez, les presentó un presupuesto de mantenimiento de la comunidad que consideran excesivo. «Nos sale a pagar entre 33 y 45 euros al mes, según la vivienda, ni en Acea de Olga se paga eso, y encima nos piden una aportación inicial de 120 euros», se queja Avrán. «Son viviendas sociales, si tuviéramos dinero viviríamos en chalés. Lo normal es pedir presupuesto para cada servicio (limpieza, mantenimiento del ascensor, seguro...), a varias empresas», añade.

La presidenta de la comunidad, por su parte, restó gravedad a la situación. Tras solicitar que no fuera identificada, explicó que recurrió a una administradora de fincas que tenía de mano por operatividad y que está gestionando las altas correspondientes desde prácticamente el primer día. Indicó que un fallo en la identificación de los edificios -estaban sin numerar- obligó a pedir un certificado al Concello y retrasó la inscripción de la comunidad vecinal en el registro de la propiedad, un paso imprescindible para solicitar un CIF en Hacienda y así poder contratar la luz, explicó.

Respecto al presupuesto de mantenimiento, indicó que el presentado era solo una propuesta y que se pedirán más. Aclaró, además, que el seguro le compete pagarlo a la Xunta y que, si se contrata el mantenimiento del ascensor a una firma distinta a la que lo colocó, se pierde la garantía.

Los vecinos

Contentos con la convivencia y con el barrio

Los vecinos van llegando poco a poco las viviendas de A Ponte y la ocupación del edificio se aprecia ya desde la calle. Ventanas abiertas, cortinas e incluso flores en alguna repisa son signos de que los bloques, que tanto tardaron en concluirse y en tener adjudicatarios, van teniendo vida.

Las familias que ya se han mudado están contentas, aseguran, tanto con las viviendas, como con los vecinos y en general con el barrio. «Nos estamos conociendo todavía, pero estamos contentos», afirmaban ayer varios inquilinos.

«Una bicoca hoy en día»

Manuela Pena y sus tres hijos -dos de ellos, mayores de edad y en el paro- es una de las vecinas que está en plena mudanza. Lo único que lamenta es cambiar la zona donde vivió siempre por un barrio nuevo, aunque afirma que en días de buen tiempo, A Ponte es «preciosa». Por lo demás, está muy contenta. Su piso tiene tres habitaciones y dos baños y pagará 128 euros al mes de alquiler por él, además de los gastos. «Tener un piso nuevo hoy en día es una bicoca. De momento voy en alquiler. Dentro de diez años, ya veremos cómo están las cosas y si puedo comprarlo. Solo me preocupa comprobar si será húmedo y cómo responderá la calefacción».

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