Los milagros escasean

El problema está ahí. Da igual que lo veamos o no. Una encuesta encargada por la Xunta ha puesto de manifiesto que no somos conscientes del drama demográfico que vive nuestro territorio y de las consecuencias que lleva asociadas el penoso saldo vegetativo de Galicia, que el año pasado fue el peor en lo que va de siglo.

El noventa por ciento de los indígenas que participaron en ese sondeo afirma que solo tendrían uno o dos hijos como máximo en las mejores circunstancias. La mezquina natalidad no es una preocupación para los gallegos, al menos para la mayoría de los mil cuatrocientos hombres y mujeres que respondieron a las preguntas de ese estudio. De hecho, muchos de los entrevistados ni siquiera conciben el nacimiento de niños como un bien para la sociedad. Lo circunscriben exclusivamente al ámbito de las decisiones personales.

Si el conjunto del país está mal, nosotros estamos todavía peor. La natalidad en España ocupa uno de los últimos lugares de la Unión Europea, sólo por detrás de estados como Polonia, Rumanía o Hungría. Dentro del territorio patrio, Galicia se sitúa como la tercera Comunidad con el índice de fecundidad más bajo. Lo de Lugo ya es para nota. Tiene una de las peores tasas de nacimientos en el ámbito nacional y comparte con Japón y Ourense el liderazgo mundial en envejecimiento de la población.

Nada sucede por casualidad. Las actuales circunstancias no se explican solo por esa concepción sociocultural que refleja el sondeo de la Consellería de Traballo e Benestar. De hecho, la postura íntima de los entrevistados puede ser el resultado, consciente o no, de un estado de opinión generado por la falta de colaboración que se encuentran los padres en empresas e instituciones. Existe una relación directa entre el apoyo a las familias y la tasa de fecundidad. España está a la cola de Europa en ayudas a la maternidad. Todo lo contrario sucede en países como Francia o Reino Unido, que han alcanzado el nivel de reemplazo generacional.

Para invertir esa tendencia, el gobierno gallego acaba de presentar su propia estrategia de dinamización demográfica. Incluye ayudas fiscales a las familias con hijos. También medidas novedosas, como la creación de quince casas nido que comenzarán a funcionar en Lugo y Ourense para atender a los niños de las zonas rurales. Otras son de justicia, pero difíciles de aplicar si no aumentan los recursos, como la reducción de los tiempos de espera en el Sergas para las familias con dificultades para tener hijos. Muchas parejas esperan más de un año para ser sometidas a un tratamiento de fertilidad. Otras iniciativas de ese plan quedan bien en el papel, pero es probable que no pasen de ahí.

Algo es algo, pero seguramente no será suficiente. El panorama no invita a traer churumbeles a este mundo. Entre el paro, el recorte de servicios públicos, la subida de impuestos, las hipotecas y la poca sensibilidad frente a la conciliación de la vida laboral y familiar, sería un prodigio que esas medidas surtiesen algún efecto. Los milagros escasean, más incluso que los alumbramientos.

El Parlamento insta a la Xunta a reparar la iluminación del adarve, que lleva años a oscuras

El Parlamento gallego aprobó por unanimidad instar a la Xunta a reparar de inmediato la iluminación del adarve de la muralla de Lugo. Solo faltaría. La culpa de esta situación la tienen los vándalos, pero el monumento lleva años a oscuras, casi los mismos que la Consellería de Cultura incumpliendo sus promesas. A ver si esta vez toca.

Comentarios