''Los curas católicos también deberían casarse''

son un matrimonio, con sus dos hijos, pero hay algo que los distingue de la mayoría de los lucenses: él es el pastor de la iglesia evangélica Buenas Noticias y ella, su mujer. Entre los protestantes, esto no es nada chocante. Los pastores -sacerdotes- pueden casarse y tener hijos. Para los católicos, esto es algo más difícil de entender.

«Como pastor protestante que soy puedo casarme y tener hijos. Creo que los curas católicos también deberían casarse porque el matrimonio te prepara para hacer de consejero con otras familias que acuden a ti, te pone más los pies en la tierra», explica.

Marcos y Ana se enamoraron en esta iglesia, siendo él ya pastor, y ahí siguen, juntos, tras casi dieciséis años de casados, igual de implicados en su proyecto familiar y social a través de una misma fe religiosa: la evangélica.

«Cuando la conocí, Ana acudía a la iglesia con su familia, cantaba y leía la Biblia. Lo que me enamoró de ella fue su pasión por ayudar a los más necesitados», afirma Marcos Zapata.

Ana resume su flechazo por el pastor en un «contigo, pan y cebolla». «Me gustó su alegría, su simpatía y, sobre todo, su sensibilidad», dice.

Lejos quedan los tiempos en que ambos estudiaban Magisterio, aunque en cursos distintos, y Ana no veía con buenos ojos a aquel chico rebelde -con apellido incluso revolucionario- que, en una protesta contra el Gobierno, llegó a colgar una foto de Rubalcaba de la fachada de la escuela siendo éste director general de Ordenación Universitaria.

La fe y el compromiso social le cambiarían a Ana su perspectiva sobre Marcos.

Hasta el punto de que, incluso, «el diluvio universal» -dice el pastor emulando un episodio bíblico- no barrió la felicidad de esta pareja en su boda, celebrada en un hangar y no en el jardín donde estaba previsto, tras arrasar la lluvia con la decoración floral sólo una hora antes de la ceremonia.

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