Los cambios llegan a la cofia

Elisabeth Luna, en la casa en la que trabaja como interna. XESÚS PONTE
photo_camera Elisabeth Luna, en la casa en la que trabaja como interna. XESÚS PONTE

La nueva normativa para empleadas de hogar supone un cambio radical para el sector, que a partir de ahora cuenta con un texto que debe acercar sus derechos laborales a los del resto de los trabajadores. Sin embargo, empleadores y empleadas no ven las cosas demasiado claras, y mientras los primeros protestan por una excesiva burocratización, las segundas temen un ‘efecto rebote’ que está reduciendo, en el mejor de los casos, su horario laboral. Muchas se han quedado sin empleo.

Elisabeth Luna lleva tres años y medio en España. Un buen día decidió dejar su tierra y a su familia para labrarse un futuro y, a pesar de que lo ha arriesgado todo, reconoce que ha tenido mucha suerte.Aquí encontró un bien muy preciado que en su país, Perú, escasea: un puesto de trabajo.

El primer destino de Elisabeth fue Foz, hasta donde llegó atraída por una oferta en un restaurante. Pero las cosas no fueron bien y se trasladó a Lugo. Actualmente trabaja como empleada doméstica y está a cargo de una persona mayor. Lo que empezó como un empleo por horas y sin contrato acabó en una situación regularizada que le ha ayudado a legalizar su situación en España. Elisabeth está interna y cobra 800 euros, pero asegura tener libertad para poder salir de vez en cuando y acabar sus estudios de ESO que, cree, le permitirán conseguir algo mejor algún día. «Cuando llegué a España figuraba como que no tenía estudios porque no me convalidaron el bachillerato -se queja-. Más tarde aprobaron una normativa en la que se reconocía el título que había sacado en Perú, pero yo decidí seguir adelante con los estudios que había iniciado en España con el fin de actualizarme». Además, se está poniendo al día con el gallego.

En su caso, la ley que entró en vigor el 1 de enero no va a suponer ningún cambio. Elisabeth ya contaba con un contrato y también tenía reconocido su derecho a disfrutar de vacaciones, pero explica que, a muchas de sus compañeras, esta normativa, lejos de ayudarlas, las ha perjudicado: «Tengo amigas a las que, por el mero hecho de tener que hacerles un contrato, se han quedado en la calle», dice apenada.

A pesar de ello, ella es partidaria de una ley que ayude a que todo el mundo colabore con sus impuestos y, sobre todo, a evitar un trabajo sumergido que no beneficia a nadie. «Yo sé lo que es estar ilegal y no es una situación cómoda», concluye.

REDUCCIÓN DE JORNADA

Susan Torres ha visto reducida su jornada laboral a causa de la crisis. En su contrato figuraban ocho horas diarias, pero hace tres meses le comunicaron que iba a pasar a trabajar cuatro. «Cuidaba a unos niños, además de hacer las labores del hogar. Pero ahora ya son mayores, van al instituto y no me necesitan tanto tiempo. Además, entiendo que en momentos como este todo el mundo quiere reducir gastos», aclara.

De doble nacionalidad, argentina y peruana, Susan lleva tres años en Lugo. Primero llegó su marido y, cuando este llevaba seis meses trabajando aquí, vino ella. Las monjas de la congregación de María Inmaculada en Lugo fueron quienes le ayudaron a encontrar el empleo que tiene.

Antes de la entrada en vigor de la nueva ley, Susan ya disfrutaba de vacaciones y también cobraba pagas extras, por lo que se siente afortunada. Pero su salario actual, tras ver reducida su jornada, es de 400 euros «y con esto no se puede vivir». Por eso, busca algún empleo que le ayude a completar las horas y lograr así un sueldo que le permita unas mejores condiciones de vida, porque tiene tres niños que criar. «Hago trabajos esporádicos por las noches como canguro, pero necesito algo más estable», reclama.

A LA ESPERA DE UN CONTRATO.

Chus Afonso es empleada de hogar. En su caso, sigue trabajando sin contrato, porque aún hay margen hasta junio. Chus combina dos empleos para poder sacarse un pequeño sueldo, una práctica muy común en el sector. Por la mañana realiza tareas domésticas, dos horas diarias, y cobra 300 euros. «Antes trabajaba una hora más, pero la crisis también se ha dejado notar», aclara. Por la tarde acude a otra vivienda donde, además, se ocupa del cuidado de una niña pequeña. Allí pasa una media de tres horas y recibe otros 300 euros. Eso sí, aunque no tiene contrato, sí goza del derecho de disfrutar de unas vacaciones pagadas.

Chus entiende la postura del empleador, pero al mismo tiempo reclama el derecho a contar con un seguro que las proteja ante un eventual accidente durante el trabajo o la posibilidad de estar enferma. «En nuestro caso, por mucho que el médico nos dé la baja, si no estamos aseguradas y no acudimos a trabajar, no cobramos», explica.

FÓRMULAS MENOS COSTOSAS.

Quienes han visto incrementar su volumen de negocio desde la entrada en vigor de la nueva ley son las agencias de colocación de empleados domésticos. La obligación de elaborar un contrato, de entregar unas nóminas y de conceder vacaciones pagadas, además de pagas extra, ha asustado a muchos empleadores, que han optado por otras fórmulas menos costosas y que evitan cualquier trámite burocrático.

Montse González, propietaria de Avime, asegura que desde principios de año el teléfono no ha dejado de sonar en su empresa. Se buscan empleados de hogar, fundamentalmente por horas: para planchado o para limpieza general. Hasta hace un mes cualquier persona podía contratar un trabajo doméstico en Avime casi de un día para otro. Ahora ya no es así. Las mañanas están muy solicitadas y hay lista de espera. Las tardes están menos demandadas. Montse explica que el coste del servicio depende de las horas contratadas: «Cuantas menos horas se soliciten, más caro sale. De media, el coste por hora ronda los nueve euros».

BUSCAR ASESORAMIENTO.

Ana Castelao ya se ha puesto en manos de abogados y de personal cualificado para que la asesoren sobre cuáles son sus nuevas obligaciones como empleadora. En su caso, no se trata más que de una transición del antiguo régimen especial de las empleadas del hogar al nuevo, porque la persona que trabaja en su casa cuenta con contrato desde el primer día, y ya van siete años. «Las condiciones que se oficializan con la presente ley ya las disfrutaba la persona que tengo contratada», asegura la presidenta de la asociación Raiolas.

Mientras que han sido muchos los que con la nueva situación han decidido prescindir de los empleados de hogar que tenían contratados, a Ana no se le ha pasado por la cabeza nada semejante, ya que necesita de sus servicios, pero a partir del 30 de junio tendrá que entregarle una nómina todos los meses «y aseguro que no tengo ni idea de cómo hacer una nómina», subraya.

Pero, por encima de cualquier otra cosa, ella es una firme defensora de una ley que, en su opinión, beneficia a un sector que está explotado.

  • Inicios. Durante el primer mes de aplicación de la nueva ley de empleados domésticos se sumaron en toda España un total de 11.369 altas, lo que supone tan solo un 3,9% del total registrado en el anterior Régimen Especial de empleados de hogar.
  • Cuota. El coste de cotización del personal de servicio doméstico se basa en 15 tramos, en los que se aplica el 22% sobre la base del tramo. El pago de las cotizaciones se hará efectivo durante el mes siguiente a su devengo.
  • Bajas. A partir del noveno día de baja, la Seguridad Social se hará cargo de la empleada de hogar.
DISTINTOS PUNTOS DE VISTA SOBRE UNA MISMA LEY

CHUS AFONSO: «Ahora mismo es muy difícil encontrar un trabajo por horas»

Chus Afonso defiende la nueva ley de empleadas domésticas con uñas y dientes. Sin embargo, entiende que lo que se esperaba como agua de mayo para ayudar a regularizar la situación laboral de un colectivo y reconocer sus derechos se ha vuelto en su contra. «Ahora mismo es muy difícil encontrar un trabajo por horas como empleada de hogar. Es más, es mucha la gente que se ha visto en la calle por el rechazo que está causando la nueva ley entre un amplio sector de la población», afirma. Chus está a la espera de firmar un contrato que le garantice sus derechos, aunque tendrá que aguardar hasta junio, que es cuando vence el plazo máximo permitido para la regularización.

SUSAN TORRES: «Se intenta llegar a un acuerdo para conservar el empleo»

Susan Torres cree que la nueva normativa tiene sus pros y sus contras. Por un lado, aplaude que a las trabajadoras domésticas se les reconozcan sus derechos, pero, por otro, el hecho de que el empleador tenga que asumir más gastos asegura que las está perjudicando. «Hay muchas necesidades básicas que cubrir y a la hora de eliminar gastos, empiezan por nuestro sector», subraya. Al final, para conservar el empleo, Susan asegura que «se intenta llegar a un acuerdo con el que te contrata para que ninguna de las partes salga perdiendo». La crisis le está pasando factura a su familia, porque los pequeños caprichos que antes se podían permitir ahora casi están prohibidos.

MONTSE GONZÁLEZ: «A las agencias de colocación nos beneficia esta normativa»

La propietaria de la agencia de colocación de empleados domésticos Avime, Montse González, asegura que en el caso de su empresa, la nueva ley no le afecta. El grueso de su plantilla son autónomos y el resto de trabajadores cuentan con contrato desde el primer día. Pero la normativa sí ha beneficiado a este tipo de empresas porque, en su opinión, a un particular no le compensa hacerse cargo del seguro de una empleada doméstica cuando se trata de trabajos por horas. En la otra cara de la moneda están los trabajadores, que acuden en masa a este tipo de agencias en busca de un empleo «porque se ven en la tesitura de tener que hacerse autónomos».

ANA CASTELAO: «Para el empleador, hay una excesiva burocratización»

Si algún pero le pone Ana Castelao a la nueva normativa sobre el servicio doméstico es la excesiva burocratización: «Se debería haber buscado un sistema más práctico», reclama. Así, detalla como en otros países europeos existe un cheque-hogar que se entrega en forma de pago al trabajador y este, a su vez, ha de cobrarlo en el banco, en donde ya se le descuenta la parte proporcional de la seguridad social. Ella alaba la nueva normativa porque, asegura, ayudará a sacar a la luz un trabajo que en muchos casos estaba sumergido. «Además, podrán disfrutar de derechos, como el de acogerse a una baja laboral, cuando lo necesiten», concluye.

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