Los abogados intentarán que el Carioca se diluya en recursos y nulidades

Agentes de Asuntos Internos que dirigieron la operación Carioca. EPL
photo_camera Agentes de Asuntos Internos que dirigieron la operación Carioca. EPL

AQUELLA MAÑANA DEL del 16 de octubre de 2009, el subdelegado del Gobierno y el coronel de la Guardia Civil miraban perplejos a aquella mujer que se sentaba al otro lado de la mesa de la cafetería del hotel Torre de Núñez. Ambos conocían ya de antes a aquella jueza, una tal Pilar de Lara Cifuentes, que había llegado sin demasiado ruido al juzgado de instrucción número 1 de Lugo, y sabían de su decisión y dedicación a la hora de investigar, pero aquello superaba todo lo que habían vivido.

Sentado junto a los tres, rodeados de jamones colgados y chorizos al vacío, el jefe del grupo de Asuntos Internos de la Guardia Civil, llegado desde Madrid. Sobre la mesa, un documento para que firmaran y en el que se comprometían a no decir ni palabra a nadie, ni a sus propios superiores, de la tormenta perfecta que apenas unas horas después se iba a desatar sobre Lugo. Un documento cuya firma implicaba incluso que ambos se saltaran sus obligaciones, pero que tanto el entonces subdelegado como el máximo responsable en ese momento de la Benemérita en Lugo sellaron sin rechistar, desconcertados.

La reunión en el hotel a las afueras de la ciudad había sido convocada por el hombre de Asuntos Internos y esta es la primera vez que se publica que existió. En ella se les informó de que esa misma noche, decenas de guardias civiles desplazados desde otros lugares de Galicia y agentes judiciales enviados desde Madrid iban a proceder a la entrada y registro en cuatro burdeles de la ciudad, por lo que si recibían avisos sobre coches con matrículas ocultas y hombres armados con capuchas, no debían preocuparse.

Por lo que sí debían preocuparse era porque los registros no se pararían en los burdeles, sino que incluían la propia sede la comandancia de la Guardia Civil en Lugo

La noche sigue a pleno rendimiento
LA OPERACIÓN supuso en su momento un auténtico terremoto para el mundo de la prostitución en Lugo, que durante unos cuantos meses permaneció en estado de coma. La redada contra seis de los principales locales de alterne sumió en la incertidumbre el mundo de la noche. Muchas de las mujeres que trabajaban en los clubes que seguían abiertos decidieron marcharse a otras plazas por miedo a nuevas redadas, y los clientes, habituales y ocasionales, se lo pensaban dos veces antes de decidir terminar la velada tomando unas copas y buscando compañía de pago.

Y es que de un plumazo cayeron el Queens, que hacía gala a su nombre y era el burdel que reinaba en la noche lucense; La Colina, también ligado al mismo dueño; el Eros, la referencia de Garabolos y uno de los favoritos por O Ceao; el Liverpool, un clásico de la N-VI, y el pequeño pero transitado Volvoreta, además del Eclipse, otro punto de encuentro muy conocido en A Mariña.

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