Las tres vidas de un veterinario

Froilán Vázquez.
photo_camera Froilán Vázquez.

Empezó en la investigación, pasó por la empresa como director técnico de Coren y ahora trabaja para la Administración, tras lograr el número uno en las oposiciones al cuerpo nacional de veterinarios

No escatima en críticas hacia su comportamiento infantil -«era el típico niño hiperactivo, caprichoso y repugnante», sentencia- ni en elogios a la extrema paciencia de su madre, María del Carmen, que, como profesora de una unitaria en O Saviñao, fue la docente del pequeño Froilán hasta que fue al instituto y, aún después, siguió supervisando los estudios de un chaval al que parecían interesarle más bien poco. Todo cambió en segundo de BUP fruto de una combinación clave: ciertas dosis de madurez y el verdadero interés del joven por contar con tiempo libre para sus aficiones, como la música.

En un trimestre Froilán Vázquez, y especialmente sus notas, cambiaron radicalmente y de aprobados a duras penas se convirtió en el chaval de sobresaliente que seguiría siendo el resto de su vida. Volcado en las ciencias, cuando llegó el momento de elegir carrera se decidió por Veterinaria. Le gustaban los animales, algo en lo que jugó un papel clave su padre, Froilán, que regentaba la granja familiar.

En segundo de carrera, Enrique González, que fue decano de la facultad, impartía Microbiología, una asignatura que gustaba a Froilán y con un profesor que acabó marcándole mucho y al que debe parte de su desarrollo profesional posterior. Dice que fue él el que le metió el gusanillo de la investigación. Así, al licenciarse -como número uno de su promoción, en una llamativa vuelta de tuerca con respecto a sus inicios escolares- decidió hacer el doctorado y se convirtió en el primer veterinario que entró en el departamento de Microbiología a investigar el comportamiento de la Escherichia coli, la estudiadísima bacteria que se encuentra en los intestinos animales, causante de las alertas alimentarias más sonadas de los últimos años.

Con 26 años era doctor y, aunque todavía le quedaba un año y medio de beca investigadora del ministerio, le preocupaba su futuro. Había visto como algún compañero había tenido que optar por dedicarse a labores de comercial porque las plazas para impartir docencia en la Universidad eran escasas y tenían muchos novios y las becas, finitas. Así, cuando su profesor le animó a entrevistarse con el director de recursos humanos de Coren no lo dudó. Aunque tenía pocas esperanzas, su candidatura cuajó y el propio Manuel Gómez Franqueir se interesó por él. Empezó como veterinario de la cooperativa de pollos de la empresa, donde los veterinarios suelen empezar en trabajos de campo.

Dejó -«con dolor de corazón», reconoce- el laboratorio y, fue pasando por diversos puestos de la firma, desde la promoción externa hasta la dirección técnica, un puesto que dependía directamente de la dirección general. Coren se convirtió en su casa pero, a pesar de que le gustaba el trabajo, se animó a intentar un cambio. Movido por razones puramente personales y solo por probar se presentó a las oposiciones del cuerpo nacional de veterinarios. Sin estudiar apenas, llegó a la tercera prueba y pensó entonces que, ya en ese punto, debía preparárselas. Quedó el primero de esa convocatoria y asumió su plaza en Valencia, como inspector de Sanidad Exterior.

Bajo su responsabilidad estuvo, durante un año, el control de los alimentos importados de países extracomunitarios, que son después comercializados en los mercados españoles o europeos. De ese periodo recuerda la sorpresa que le produjo el origen de muchos de los alimentos que llenan nuestras neveras. «Es increíble la cantidad de productos que llegan de China, por ejemplo, como las gambas o el panga. También de Japón, que vende desde té hasta toda clase de especias, muchas de las cuales ni siquieran llegan a entrar porque los protocolos que dicta Bruselas lo impiden», explica.

Desde hace un año, es el jefe del Puesto de Inspección Fronteriza del Puerto de Valencia, a donde llegan toda clase de productos relacionados con los alimentos, incluidos los destinados a animales. En su puesto tiene ahora una labor mediadora en conflictos que puedan surgir, asesora para interesados en exportar o importar y gestora de los recursos humanos o económicos del puesto. Le gusta, pese a lo que no descarta en el futuro volver a Galicia y a Coren. En fin, a casa.

¿QUIÉN ES?

Froilán Vázquez Sánchez

LABOR

Es jefe de Puesto de Inspección Fronteriza en Valencia tras lograr el primer puesto en las oposiciones al cuerpo nacional de veterinarios.

EXPERIENCIA

Su trayectoria tiene tres partes bien diferenciadas, que no suelen coincidir en un mismo currículum. La primera es su faceta investigadora, centrada en la E. coli; la segunda, la empresarial, como director técnico de Coren y, ahora, la que realiza como funcionario.

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