Las rebajas que hay todo el año

En el mercadillo de Frigsa se dan cita todos los vecinos del barrio. Hay caminantes solitarios, señoras que se entregan a la caza de gangas rebuscando atareadas entre las montañas caóticas de ropa, parejas que se abren paso con los carritos de sus niños entre la improvisada arquitectura de los puestos ambulantes o grupos de chicas jóvenes que buscan, por un precio irrisorio, camisetas parecidas a las que se venden en los comercios.

Ni la crisis ni las rebajas han podido con este tradicional mercadillo. Todos apuran el paso y el ansia en la procura de las gangas al grito de «vamos guapas que me los quitan de las manos», porque el derroche de piropos con el que los vendedores acompañan sus reclamos y elogian a los presentes es muy habitual. Y es que en este mercadillo todo vale para camelar a los posibles clientes y conseguir que queden encantados.

«Vengo todos los martes y viernes en estas fechas y lo que más compro son pantalones vaqueros y bolsos, aunque algo de bisutería siempre cae también», comenta Esperanza Señas, una sevillana que veranea en Lugo desde hace más de diez años y que nunca falta al mercadillo de Frigsa que «no tiene nada que envidiarle a los que hay en algunos pueblos de Andalucía», apunta.

Teresa Abel es una habitual de los viernes. «Me doy un paseo y aprovecho para comprar tapetes de ganchillo y ropa de bebés. Tengo una amiga embarazada y acabo de comprarle una camiseta y un pantalón por 3 euros para cuando nazca el niño», cuenta Teresa. Además, esta vecina es experta en encontrar los anhelados ‘chollos’. «Una vez encontré una chaqueta de artesanía preciosa por 10 euros. Recuerdo que en el puesto había otras 60 o 70 y desaparecieron en 10 minutos», relata.

Otros buscan imitaciones exactas de marcas famosas o artículos parecidos a los de sus tiendas habituales. «Aquí atopamos chaquetas del estilo de as de Zara por 10 euros. Ademais, compramos conxuntos de 6 babeiros por 3 euros ou 6 pares de calcetíns por 5 euros», explican las amigas Marta Díaz y Raquel Santos. No obstante, a veces prefieren acudir al gran competidor, las rebajas. «Nesta época hai cousas que atopas nas tendas ó mesmo prezo», afirman.

Sin embargo, en la época estival hay más clientes que nunca. «Vengo sólo en agosto y siempre me llama la atención que tengan todo tan barato porque no entiendo qué ganancia pueden sacar», se pregunta sorprendida Pilar Arias. La respuesta a la incógnita parece sencilla. Una de las vendedoras explica que el sistema para la obtención de mercancía consiste «en dejar nuestros teléfonos en tiendas con todo tipo de artículos para que nos avisen cuando tengan algún cierre que podamos adquirir con poco dinero. Solemos sacarle el doble de ganancia a cada producto». Y es que parece que en el mercadillo de Frigsa todos salen ganando.

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