La última frontera del instituto

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El verano es anuncio de vacaciones y, en el caso de los alumnos de último año de bachillerato, de nervios de selectividad. La primera sesión de las Pruebas de Acceso ala Universidad (Pau), convocó ayer en Lugo a casi un millar de estudiantes, repartidos entre las facultades de Humanidades y Administración de Empresas del campus de la capital (402 y 393, respectivamente) y la comisión delegada de Viveiro (198).

Un total de 993 matriculados que empeoran las cifras registradas el curso pasado, cuando concurrieron a los exámenes 1.138 alumnos en las tres delegaciones. Los datos encuentran en la capital su principal punto de caída, dado que frente a los 795 inscritos del curso de 2014 se oponen los 928 de 2013 e incluso a los 896 de 2012.

Los exámenes de lengua castellana, lengua gallega e historia o filosofía, según la opción escogida, oficiaron la apertura de unas pruebas a las que, por la tarde, siguieron los test de idiomas: inglés, francés y portugués.

De entre los jóvenes matriculados en los centros del campus lucense, tan solo dos rehusaron concursar en la Pau, ambos sin alegar motivo alguno. «La jornada transcurrió sin incidencias, aparte de los nervios habituales», resume Julio Seijas, secretario de la comisión delegada de la facultad de Administración de Empresas. «Hay alumnos que se juegan mucho porque dependen de notas de corte muy altas para escoger la carrera que desean; algunos de ellos se presentan solo a la fase específica para subir nota», dice.

Las conversaciones aceleradas, los chascarrillos tensos a las puertas del aula, los resoplidos o los sempiternos repasos a última hora son varios de los síntomas que pueden apreciarse en los pasillos de estas facultades. «El primero de castellano me ha salido peor por los nervios, pero el resto espero que esté bien», confirma Saúl Vega, al que la Generación del 27 le ha pillado a contrapié.

En este sentido, David Expósito defiende que templar los nervios es el secreto para derrotar a la Pau. Dicho y hecho. Tras superar sin problemas la pregunta sobre la situación del gallego entre 1936 y 1975 y desentrañar el pensamiento de David Hume, Expósito ve cerca los 8,5 puntos de nota de corte que necesita para cursar Ingeniería informática en la USC.

En cambio, a causa de sus orígenes sudamericanos, para Angie Espinosa el problema ha sido abordar precisamente estas preguntas de lengua gallega, formuladas a partir de un poema de Luz Pozo Garza o de un artículo sobre ecología. No obstante, confía en su buena labor en el resto de exámenes, fruto de todo un año de intenso trabajo, y afrontará con seguridad las pruebas de biología y química que le aguardan hoy.

«De primeras, tengo que aprobar, luego en función de la nota ya veré que puedo elegir», comenta Eva Legaspi para ejemplificar el decisivo papel que la nota de corte desempeña en el futuro de los jóvenes. «Así uno no se lleva chascos», razona con cierta resignación. A pesar de que en el examen de gallego ha caído justo lo que ella esperaba, en Historia ha tenido que decantarse por el mal menor: la Guerra Civil frente al intervencionismo militar a lo largo de la Historia de España.

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