La suerte en un billete

El último premio que visitó Lugo. (Foto: J. Vázquez)
photo_camera El último premio que visitó Lugo. (Foto: J. Vázquez)

Gran parte de los los ciudadanos de Lugo habrán hecho este fin de semana las cuentas de la lechera y habrán divagado al menos medio minuto sobre qué harían si les hubieran tocado los tres millones de euros que le han caído en las manos a una ciudadana el sábado pasado. Hay que tener mucha sangre fría para continuar con la rutina cuando se abren todas las posibilidades de hacerla añicos, que es algo que casi todos los mortales soñamos algún lunes que otro.

Un premio de ese tipo es, desde luego, una prueba de fuego para la sensatez y la templanza. Para empezar, porque lo pone a uno en el selectísimo grupo de quienes tienen el pan asegurado sin mojarse la frente, una aspiración que -aunque suene poco correcto decirlo con el Inem en pleno overbooking-, es algo que a todos se nos ha pasado por la cabeza. Y a quien no encuentra trabajo, con más razón.

Para el resto de los afortunados que se han embolsado cantidades que la imaginación puede alcanzar con más facilidad -30.000, 60.000, 90.000 euros- la vida continúa aparentemente igual, aunque con un peso algo más ligero sobre los hombros. Préstamos que se diluyen total o parcialmente, caprichos que se cumplen, proyectos que se materializan... Quizás alguno se anime a poner en marcha una idea que le ilusiona, pero seguirá perteneciendo a este amplísimo club que debe buscarse las castañas cada día.

Los propietarios de la administración de lotería que vendió el número afortunado aseguran que desde que el país cae en picado notan que las ventas de lotería van a más. Quienes ya compraban antes y han tenido que apretarse el cinturón invierten ahora menos en sueños, pero siguen fieles al azar. La diferencia la compensan quienes antes se conformaban con su situación y ahora recurren a la lotería como un medio más de probar suerte y encontrar una salida.

Dicen los amigos del refranero que no hay poco que no llegue, ni mucho que no se acabe, que es una verdad a medias que tanto vale para la lotería como para un país. En este hemos aprendido con sangre la segunda parte del axioma y ahora nos aplicamos con denuedo a hacer verdad la primera.

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