La ley antitabaco debuta sin malos humos

Unos clientes en una cafetería de Viveiro. IAGO CASAL
photo_camera Unos clientes en una cafetería de Viveiro. IAGO CASAL

El civismo marcó en Lugo la entrada en vigor de la ley que prohíbe fumar en los bares, los parques infantiles o las puertas de los hospitales.

Resignados y en muchos casos enfadados, pero respetuosos de la ley. Así se mostraban los fumadores en muchos bares. A media tarde, con la jornada futbolística en ebullición, lo único que faltaba en los cafés era el humo de los cigarrillos. «Lo llevo con paciencia», decía un cliente en el bar Tiempos Modernos mientras veía al Barça. El local estaba lleno y contaba que sólo un cliente había hecho amago de sacar un cigarillo, «pero cuando le dijeron que no podía fumar se fue sin poner más reparos».

Detrás de la barra, Begoña, que ya había recogido todos los ceniceros en una caja, confirmaba que el primer día iba sobre ruedas. Con todo, se mostraba convencida de que «aunque al final va a ser bueno, va a llevar tiempo» que la norma se imponga sin provocar crispaciones.

Pese a la prohibición de fumar dentro, durante el descanso del partido pocos clientes se animaron a salir a la calle. Uno de los que lo hizo fue Germán López, que no estaba encantado con la ley, pero la asumía y, hasta cierto punto, la defendía. Así, cuando a su lado un ex fumador protestaba y decía que había que tomar a los griegos como ejemplo y no cumplir una ley «que va a ser la ruina del turismo en España», Germán le replicaba que los griegos quizás no sean ejemplo a seguir en nada.

En un barrio cercano, en Augas Férreas, también había debate, pero tranquilo. De la ley se hablaba en la terraza de As Landras, que tiene calefacción desde hace un año y ayer estaba llena. Allí, Soraya, Jessica y Thais contaban al unísono que llevan «fatal» la ley. «El problema en Lugo es el clima; a ver qué hace la gente cuando salga de copas», se preguntaban mientras disfrutaban calentitas de su cigarro en la calle. Víctor, al que todos conocen como Melendi, presume de que el local tiene la cuestión resuelta hace un año, porque tiene calefacción y tele en la calle.

Del otro lado de la plaza, Jorge López fumaba en la terraza del Cook y contaba que se plantea dejar el tabaco. Se quejaba, como otros fumadores, de que el Estado sangra a los adictos a impuestos y, a la vez, no para de ponerles trabas. Una camarera, que no fuma, decía comprenderle y apoyarle. En tanto, un hostelero conocido de Lugo, Alberto García, se declaraba gratamente sorprendido por lo bien que había respondido la gente a la ley.

A Mariña

En la comarca mariñana el primer día sin humos en los bares se vivió sin mayores incidentes, aunque con cierta escasez de clientes. «Non sei se é cousa da ley ou que facía un mal día pero si tivemos menos xente, aínda que agracezo que non haxa fume no local, porque non son fumador», indicó José Fernández, trabajador de un conocido bar de Viveiro.

Fueron muy pocos los casos en los que alguien intentó encender un cigarro y en su mayoría se trataba de personas mayores que desconocían la normativa, pero que la acataron al ser informados.

Monforte

Los no fumadores se declaraban más cómodos en los bares al estar el ambiente libre de humos. En cuanto al cumplimiento de la normativa, la mayoría de los establecimientos retiraron los ceniceros y fueron muy pocos los consumidores despistados que se atrevieron a encender un cigarro. «En toda a mañá só lle tiven que recordar a norma a un cliente, pero penso que encendeu o pitillo máis por vacilarme ca outra cousa», contó un empresario. En los parques también se apreciaba cumplimiento de la ley.

La normalidad también se impuso en Terra Chá, en cuya capital los bares abrieron ya desde muy temprano, dado que había feria.

  • Sin protocolos de actuación policial. En A Mariña, las policías locales de varios concellos explicaban que desconocían qué hacer en caso de que algún cliente estuviese fumando. «No tenemos un protocolo al respecto, la Ley todavía es muy nueva pero por suerte tampoco tuvimos que acudir a ninguna llamada por este asunto», explicó un agente de la Policía Local de Viveiro.
  • Los temores. Las copas nocturnas y el café de la mañana. Esos son los momentos que los hosteleros temen más. Están a la espera de ver si la clientela se mantiene y el civismo se impone, como pasó ayer. «Por la mañana será difícil, porque la gente viene a tomar café precisamente para poder fumar», decía una hostelera.
  • Señalización generalizada. Los locales estrenaron la jornada señalizando adecuadamente la prohibición de fumar en los locales y, en la práctica totalidad, se veían carteles en la puerta de entrada advirtiendo de la prohibición de fumar.

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