La insolencia del dinero

«Poner el dinero como bien supremo nos conduce a la catástrofe». Sin pelos en la lengua. Así de contundente se expresó el escritor y humanista José Luis Sampedro en una entrevista concedida a mediados de 2011. Nos dejó hace unos días. Un poco antes, en febrero, había fallecido Stéphane Hessel. Ambos firmaron la edición española de ¡Indignaos! El primero como padre de la obra original. El segundo como autor de un prólogo convertido en órgano vital de su anatomía en castellano. Un librito que agitó la conciencia de millones de personas. Algo más de una treintena de páginas, cuatro mil palabras para zarandear a una sociedad adormecida. Para invitarnos a reaccionar ante la injusticia y la pérdida de valores. Dos jóvenes nonagenarios que incitaban a la rebelión pacífica. Críticos con el poder económico. Ya no están, pero su pensamiento sobrevive.

Por desgracia, también se perpetúan aquellos males contra los que intentaron prevenirnos. Sampedro recordaba que los depositarios del poder financiero fueron los «culpables indiscutibles de la crisis». Sin embargo, después del susto inicial, «han salvado ya el bache y prosiguen su vida como siempre», mientras que «sus víctimas no han recuperado el trabajo ni su nivel de ingresos». Lo cierto es que el paro sigue siendo nuestra principal fuente de desvelos. Sólo en la provincia de Lugo, casi treinta mil personas no encuentran un empleo con el que ganarse la vida. La otra gran preocupación de los ciudadanos es la corrupción. Los escándalos se multiplican. Supuestos chorizos y presuntos mangantes viajan en primera clase con maletines atiborrados de dinero. Hacen noche en paraísos fiscales y regresan a casa para seguir riéndose en la cara de los pringados que ponen la pasta.

Tenemos los papelitos de Bárcenas, los movimientos de divisas del hijo de Pujol, el expolio del dinero que tendrían que cobrar los parados andaluces o los devaneos del yerno del Rey, por decir algo. Se habla de cientos de millones afanados, con la connivencia de aquellos a quienes les confiamos la llave de la caja de caudales. Cerca de casa, hay casi medio centenar de imputados en el caso Campeón y otros tantos en la Pokemon. Suscribo dos ideas que no son propias. Este país tiene que ser muy rico si todavía no está en bancarrota. Por otra parte, es evidente que somos un pueblo tranquilo, quizás manso. Indolente, incluso.

A la calle se han echado, sin embargo, los afectados por las preferentes. Son unos nueve mil en la provincia de Lugo, al menos según los cálculos de la plataforma que los agrupa. Muchos son pequeños ahorradores. Quieren recuperar su dinero. Por eso, porque es suyo. No parecen dispuestos a pasar por una quita que puede sisarles casi la mitad del capital depositado. Cada uno tiene su historia, pero los billetes no caen del cielo. No al menos para los que deciden ganárselos honradamente.

Empecé con Sampedro. Termino con Hessel. «El poder del dinero nunca había sido tan grande, insolente, egoísta con todos, desde sus propios siervos hasta los más altas esferas del Estado».

La propuesta del PP sobre el estacionamiento en batería en el Hula merece ser evaluada

Habrá que considerar la propuesta del PP. A estas alturas, da la impresión que el ‘leiraparking’ del gobierno local se quedará en promesa. En el entorno del hospital faltan plazas de aparcamiento gratuito. Si con suprimir uno de los cuatro carriles de circulación es suficiente para duplicar la capacidad de estacionamiento, es para pensárselo. ponte

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