«Voy a interrumpir el juicio cinco minutos para ponerle el tique al coche. Es que yo no conozco a ningún Ramón», anunció con sarcasmo el presidente del tribunal de la sección penal de la Audiencia, después de casi dos horas de un juicio, como mínimo, peculiar.
Ya el banquillo de los acusados era sorprendente, porque en él se sentaban codo con codo un cantante de orquesta para el que el fiscal pedía dos años por atentado y los dos policías locales a los que supuestamente agredió cuando lo detuvieron, y para los que el cantante exigía a su vez dos años de prisión por lesiones. Y todo por un altercado en un ‘garito’ de la calle Mar Cantábrico al que los agentes de la Patrulla Verde habían acudido a medir el ruido por una denuncia vecinal.