El diputado de cultura de la Diputación, Mario Outeiro, insistió ayer en que esta misma semana establecerá «contacto» con los herederos de Álvaro Gil para iniciar cuanto negociaciones hagan falta de cara a conseguir que las obras de su colección se queden en el Museo Provincial de Lugo. Es la única vía que deja abierta la sentencia del Tribunal Supremo que reconoce la propiedad de las piezas a los herederos de Álvaro Gil, que puede privar al Museo de sus fondos más representativos, entre ellos la colección de orfebrería en oro que incluye el Torques de Burela o el Carnero Alado.
Es, en todo caso, una disposición al diálogo que Carlos López Gil, nieto de Álvaro Gil y quien ha llevado el peso de todo el proceso durante estos 13 años de desacuerdos, no acaba de creerse porque «carecen de credibilidad». De momento, ayer nadie se había puesto en contacto con ellos, pero para sentarse a negociar exige algo más que hasta ahora, «una demostración de que su voluntad ha cambiado totalmente y pruebas de que quieren llegar a un acuerdo».
Adita, antes limpiadora y ahora vigilante de la sala de orfebrería en oro
«Sinto moito que se vaian, pasei moito tempo cepillando os ouros»
- El impacto de la noticia entre el personal del Museo se dejaba ver ayer en los rostros de todos los trabajadores del centro, que no acababan de asumir que Lugo pueda perder esta colección. Pero, entre todos ellos, la más afectada era sin duda Adita -«ti pon a señora da limpeza do Museo, que é como me coñece todo o mundo»-, incapaz de reprimir las lágrimas.
«Hace 25 años las piezas de orfebrería se valoraron en 50 millones de pesetas»
Felipe Arias es una de las personas que tiene un conocimiento más profundo de la colección de Álvaro Gil. Actualmente director del Museo del Castro de Viladonga, este arqueólogo fue también director del Museo de Lugo durante muchos años. Años en los que siempre tuvieron claro en el Museo que «la colección de Álvaro Gil estaba en depósito», por lo que no acierta a explicarse el lío jurídico montado.
