La ciudad se tapia contra okupas

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Cerrar una casa casi nunca es un gesto fácil. Hay veces que se deja una vivienda para ir a otra mejor o para iniciar nuevas e ilusionantes etapas vitales, sí, y aun así es inevitable añorar algo de lo dejado atrás. Pero la mayor parte de las veces echar el cerrojo a una casa significa pérdida. De las fuerzas para seguir viviendo solo, de la capacidad económica para sustentar ese hogar o de la vida misma. Son las razones por las que se cierran la mayoría de las casas en Lugo. Y si triste es echar las contras y pasar la llave de esa forma, las palabras se quedan cortas ante la sensación que debe provocar ver tu casa ocupada.

En la capital lucense cada vez sucede con más frecuencia y el temor a sufrir un suceso de ese tipo se percibe con solo caminar por sus calles. Por uno y otro barrio empiezan a aparecer inmuebles con las puertas y ventanas tapiadas. Con planchas metálicas o con cemento y ladrillo. En algunos casos solo en la planta baja, pero en otros también en las superiores. Ni las rejas parecen suficientes ya e incluso hay quien opta por poner alarmas, aunque el valor económico de la casa no sea mucho. El sentimental nunca tiene precio.

CÓMO PREVENIR
Empadronarse, una opción

La respuesta legal a la usurpación de una casa es muy distinta si se trata de una vivienda habitada o desocupada. En el primer caso se trata de una violación del domicilio, por lo que el desalojo es inmediato. Basta con demostrar que se trata del domicilio en el que se está empadronado y el rescate es inmediato. Por esta razón, mantenerse empadronado es una argucia que puede dar resultado. 

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