La ciudad del futuro es autárquica

Rafael Pizarro, en el casco histórico de Lugo (Foto: Xesús Ponte)
photo_camera Rafael Pizarro, en el casco histórico de Lugo (Foto: Xesús Ponte)

Por las buenas o por las malas, las ciudades tal como las conocemos van a cambiar. Hay dos condiciones que obligan a ello: una económica -son tremendamente dependientes del petróleo y éste se agota- y otra ecológica -el cambio climático obliga a frenar emisiones de efecto invernadero y el agua escasea-. La nueva urbe será autosuficiente, o casi, en cuanto a suministro de energía, de alimentos, tratamiento de residuos y depuración de agua y, además, su transformación será una gran cantera de empleo. Así se resume, a grandes rasgos, la intervención del arquitecto Rafael Pizarro O’Byre, profesor de la University of Southern California, que ayer impartió la conferencia ‘Urbanismo sustentable e a cidade do futuro inmediato’ en el contexto del Máster de Xestión Sustentable da Terra e do Territorio de la USC.

«Las plantas convencionales de producción de energía eléctrica desperdician hasta un 70% en el traslado», explica Rafael Pizarro. En la ciudad sostenible, «la idea es que cada edificio se convierta en una planta de generación de energía con sistemas renovables», apostilla. Se hará a través de paneles fotovoltaicos, pequeños molinos eólicos, biomasa, geotermia... Y el edificio estará conectado a una planta de barrio con la que se equilibrará. «El edificio tiene un sensor electrónico, si no produce suficiente energía se conecta a la red de barrio, o de la ciudad o región para conseguirla. Y al revés, si produce mucha, se envía a la red», aclara el arquitecto colombiano.

También el sistema de producción de alimentos «hay que cambiarlo», aclara, de manera que la agricultura se libere de petroquímicos y, para evitar traslados, se produzcan los alimentos muy cerca de la ciudad. «E incluso dentro de ella, se trata de producir de forma local y orgánica», aclara.

Para lograrlo, se proponen distintos modelos: desde «una granja urbana pequeña de cultivo intensivo» hasta «invernaderos especiales de doble o triple piso, tecnológicamente avanzados que permitan la producción durante el día y la noche».

La tercera opción, es casi ciencia-ficción, y además, controvertida. Se trata de «granjas verticales, edificios de hasta 12 pisos dedicado a la producción de comida», explica Rafael Pizarro. Sin embargo, una parte de la comunidad científica pone en duda la eficacia de estas granjas porque «tendrían un consumo muy alto de energía y de agua», aunque el ingenio incluiría antenas fotovoltaicas que logran más energía y reciclaría el agua, aclara.

Agua

El tratamiento y uso del agua es también revolucionario en la nueva ciudad. «Con las sequías que se avecinan, desperdiciarla es un lujo que no nos podemos permitir», asegura. Por eso, la ciudad sostenible retiene la lluvia y, además, el agua que se consume se trata dentro del mismo complejo urbanístico. Se hace a través de humedales creados por el hombre, con plantas que limpian las aguas tras un tratamiento sencillo de fosa séptica. Luego se utilizan como aguas grises, es decir, para todo lo que no sea consumo humano. Aunque, matiza Rafael Pizarro, «es posible convertir esas aguas grises en potables y no es complicado si no hay muchos tóxicos; si no se hace es por motivos psicológicos, a la gente le da reparo beber esa agua, aunque esté perfectamente limpia».

Los residuos orgánicos, a su vez, se reciclan y se convierte en fertilizantes para las zonas de cultivo «y así se cierra el ciclo», señala Rafael Pizarro. Los inorgánicos también se pueden reciclar y convertirlos en otras cosas.

Sin embargo, esta idea de ciudad también tiene que ver «con un cambio de comportamiento» y una reducción del consumo. Además, «abre nuevas fuentes de empleo» y el valor educativo «es también muy alto», indica Rafael Pizarro, que cree que salvaría «la desconexión total que existe en muchos lugares actualmente con el medio natural. La conexión entre el ser humano y la fuente de alimento y energía abriría una vía casi filosófica que elevaría la conciencia ecológica», resume.

INSPIRACIÓN
El casco antiguo de la ciudad europea

 

En los modelos de ciudad actual, hay grados de sostenibilidad. Las urbes anglosajonas son las más alejadas del ideal. Los suburbios residenciales que tan bien muestra el cine americano suponen un consumo muy alto de recursos para dar servicios. El modelo de la ciudad sostenible se acerca más «al casco antiguo de una ciudad europea», donde se mezclan los usos residencial y comercial, hay zonas peatonales y transporte público.

No hay sitio para el vacuno

La producción industrializada de carne de vacuno no tiene espacio en la sociedad sostenible. Debido a la cantidad de comida necesaria para alimentar a las reses y que provoca en los animales grandes cantidades de metano, hay un movimiento fuerte hacia la eliminación de esta carne como base de alimentación.

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