La cateta de la televisión

Hace un par de días estuve a punto de sufrir una indigestión. No fue por culpa de la generosa ración de cocido que había disfrutado en casa de mi suegra. Para algunos es un plato fuerte, pero a estas alturas de la película, acostumbrado a mis robustas preferencias culinarias, estoy convencido de que mi estómago podría procesar una placa de titanio, humedecida por un buen tintorro y convenientemente salpimentada. Me amargó el descafeinado de la sobremesa una tipa que sollozaba en la caja tonta. Hipaba y le caían unos lagrimones como puños. A punto estuvo de hacerme llorar a mí, de rabia, no de pena.

El motivo de su desconsuelo era la filípica que le acababa de echar el director del programa para el que trabaja como ‘reportera’. Con la voz entrecortada, explicaba que no le daba tiempo a leer a los periódicos y en muchas ocasiones no tenía ni puñetera idea de quién era la persona a la que tenía que entrevistar. Ni siquiera conocía el nombre de los ministros de España, porque los habían «cambiao». A todo esto, muy apenada, confesó que a veces se cuestionaba seriamente su capacitación profesional para ‘trabajar’ en televisión, porque había dejado los estudios a los diecisiete años y se sentía un «poco cateta». Manda carallo, que dirían Os Resentidos.

Conozco a una persona que ha sido la primera de su promoción en una licenciatura, después de cinco años de esfuerzo personal y de sacrificio económico por parte de su familia. Habla fluidamente alemán e inglés y en sus ratos libres pinta al óleo sobre lienzo. Es joven y seguro que expectativas no le faltan. Su padre no le ha dejado en herencia la presidencia de una Diputación, pero se siente afortunada. Tiene trabajo.

Quizás no sea un empleo en el que pueda exhibir toda su preparación. Tampoco llena de ceros su cuenta corriente. Aún así, sabe que lo que tiene es más de lo que pueden disfrutar muchas personas de su edad. En un país con más de un 30% de desempleo juvenil, la conselleira del ramo dice sin pudor que los jóvenes no emigran por «falta de oportunidades».

Las bibliotecas de Lugo están estos días abarrotadas de universitarios que preparan los exámenes del primer cuatrimestre. Con semejante panorama, seguro que no es fácil encontrar la motivación necesaria para seguir con el hocico pegado al libro. Son tiempos difíciles. La preparación y el talento ya no son garantía para una salida laboral digna.

Vuelve escucharse un discurso inaceptable entre los que se han pasado noches sin dormir para sacar adelante su carrera. Hay quien dice que da igual estudiar que no hacerlo, porque el resultado es el mismo. Siempre he pensado que esa afirmación es la disculpa de aquellos que no completaron su formación. Ahora bien, hay otra explicación a tan cuestionable idea: la ignorancia puede ser muy atrevida. Que se lo pregunten a la cateta de la tele.

La Diputación ha sacado a licitación el transporte del KM0 por medio millón de euros

La Diputación de Lugo ha licitado, por un importe que ronda el medio millón de euros, el servicio de transporte para el programa KM0. El Gobierno provincial afirma que esta iniciativa ayuda a mantener unos 800 puestos de trabajo directos. Falta hará, porque no están los tiempos para gastar semejante pastizal en rutas turísticas por la provincia.

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