Regueros de fieles, que se identificaban por sus ramos de laurel, formaron ayer una gran columna humana que, desde todas las calles de Lugo, fueron a concentrarse en la Praza de Santa María, que un año más vivió una colorida y multitudinaria bendición de Ramos, presidida por el obispo, Alfonso Carrasco Rouco. La lluvia dio tregua a los actos.
Con el paso de La Borriquita dominando la plaza, rodeada por los soldados romanos y los pequeños hebreos, la Praza de Santa María se convirtió un año más en el escenario perfecto para la bendición y la recreación de la histórica entrada de Jesús en Jerusalén.
