Juzgados dos hombres que llevaban cinco kilos de hachís en el coche

Los dos acusados, ayer en el banquillo durante el juicio (Foto: Pepe Álvez)
photo_camera Los dos acusados, ayer en el banquillo durante el juicio (Foto: Pepe Álvez)

Dos hombres fueron juzgados ayer como supuestos autores de sendos delitos contra la salud pública, después de que fueran sorprendidos por la Guardia Civil con más cinco kilos de hachís escondidos en el vehículo con el que regresaban de Madrid a Lugo. La pena solicitada es de cuatro años de prisión para cada uno de ellos.

Los hechos no admiten debate: el 17 de marzo de este año, la Guardia Civil paró el Seat Ibiza alquilado en el que ambos viajaban en la A-6, a la altura de Baralla; distribuidos en placas escondidas bajo el salpicadero y en el portón trasero había un total de 5,1 kilos de resina de cannabis. J.R.R., que conducía el coche, y C.G.J., que iba de copiloto, fueron enviados a prisión, desde donde fueron conducidos ayer para ser sometidos a juicio.

El ministerio fiscal considera claro que ambos alquilaron el coche en Lugo viajaron a Madrid con la única intención de adquirir la droga, con la que iban a traficar en Lugo.

Sin embargo, los acusados defendieron en el juicio una versión bien diferente. Por un lado, C.G.J., el copiloto, aseguró que aprovechó que su amigo le dijo que tenía que ir a Madrid para un asunto particular para viajar con él para ver a un hermano que acababa de salir de prisión, dado que no tiene carné de conducir. Allí, pasó el tiempo con su familia y no sabía lo que hacía su compañero de viaje. «Cuando encontraron el hachís en el coche», declaró, «me quedé sorprendido. 'Tío, perdóname, que yo no sabía nada', me dijo».

Esta versión fue corroborada punto por punto por el otro acusado J.R.R. La explicación de éste fue la siguiente: decidió alquilar un coche para ir a Madrid a cobrar una deuda de 300 euros y a comprar algo de heroína porque en Lugo no había; dejó a su compañero en casa del hermano y se fue a la Cañada Real, un macropoblado marginal de Madrid donde se vende droga; allí, por casualidad, se encontró con un tal Mohamed, un marroquí que había conocido brevemente en una chatarrería de Lugo, que le propuso que llevara un kilo de hachís de vuelta a la ciudad amurallada, a lo que se negó; mientras consumía algo de heroína con Mohamed en la chabola de éste, con el coche fuera y abierto, aceptó finalmente traer 300 gramos, por lo que él también se sorprendió mucho cuando la Guardia Civil encontró cinco kilos.

Los argumentos no convencieron al ministerio fiscal, que mantuvo su petición de cuatro años de condena para cada uno de los acusados.

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