Imposible estar en misa y repicando

Hace poco más de dos meses que se celebraron las elecciones locales. Los vencedores apenas han tenido tiempo de saborear la miel del triunfo y los perdedores continúan lamiéndose las heridas aún recientes. Sin embargo, el presidente del Gobierno ha hecho sonar de nuevo el cuerno de guerra y los militantes de los diferentes partidos preparan otra vez sus armas para afrontar de forma inminente una nueva batalla electoral.

El principal partido de la oposición venía reclamando con insistencia el adelanto electoral, de una forma todavía más pertinaz después de los notables resultados que cosechó en los comicios locales y regionales, que se celebraron el pasado 22 de mayo. El color azul del PP arrinconó al rojo del PSOE en el mapa de España, de Galicia y de Lugo, y los populares, convencidos de que van a ganar de calle, hicieron causa común para convencer al personal de que las elecciones anticipadas son el único tratamiento efectivo para los síntomas de la crisis.

Sobre la conveniencia o no de un cambio de color en el Gobierno de España se pronunciarán los ciudadanos el próximo 20 de noviembre. Es posible que la actual situación política demandase la convocatoria de elecciones, pero no es menos cierto que la sucesión de llamadas a las urnas provoca una situación de interinidad en las instituciones que, desgraciadamente, no aporta nada bueno.

Hace apenas unas semanas que quedaron constituidos los gobiernos locales y el ejecutivo provincial en la Diputación de Lugo. Después del habitual parón administrativo de los meses estivales, los cargos electos deberían centrarse en su nuevo trabajo, para coger las riendas de las instituciones y tomar decisiones que nos ayuden a salir del agujero en el que nos ha metido la situación económica.

Sin embargo, antes incluso de calentar el sillón, tendrán que meterse en una nueva campaña electoral que, sin duda, lastrará las labores de gobierno y condicionará el trabajo político durante los próximos meses. Los partidos centrarán sus esfuerzos en ganar las elecciones, porque de ello depende su supervivencia. Alcaldes, concejales, diputados provinciales y otros cargos electos tendrán que arrimar el hombro.

El motor de la maquinaria electoral se pondrá de nuevo en marcha cuando todavía no se había enfriado. Habrá que confeccionar las listas, lanzar a los candidatos, diseñar la campaña y vigilar de cerca a los rivales. Si sobra tiempo, entre mitin y mitin, también habrá que gobernar.

Elecciones europeas, nacionales, regionales y locales convierten la actividad política en una campaña permanente. Se gobierna mirando constantemente a la cámara. Habría que pensar en agrupar comicios y en alargar las legislaturas. No se puede estar siempre en misa y repicando.

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